Padre denuncia negligencia médica tras la muerte de su bebé en la Clínica Milagrosa


Keiler Guerra afirma que su esposa estuvo bajo supervisión constante y que horas después de un monitoreo en el que “todo estaba bien”, le informaron que su bebé había muerto durante el parto. Exige la historia clínica completa y una explicación clara de lo ocurrido.

El dolor de Keiler Guerra no se compara con nada. Su rabia e impotencia lo llevó a hacer pública una denuncia que volvió a poner en el ojo del huracán a la Clínica Milagrosa de Santa Marta. Su hija recién nacida murió durante el parto y él asegura que no ha recibido una sola explicación coherente sobre lo que pasó dentro de la sala.

Según su relato, su esposa fue hospitalizada el sábado 15 de noviembre tras presentar un sangrado que obligó a su ingreso de urgencia. Desde ese momento quedó bajo monitoreo permanente. Durante los días siguientes, la mujer siguió con episodios de sangrado, vómito y deposiciones. Aun así —asegura Guerra— el personal médico insistió en que todo hacía parte de una evolución “normal”.

El 19 de noviembre, día del parto, al mediodía le realizaron un monitoreo. Todo estaba bien. Así se lo dijeron. Pero tres horas después, el panorama cambió.

A las 5:00 p. m., los médicos la llevaron a sala de parto por un desprendimiento de placenta. Fue el único aviso que le dieron a Keiler antes de informarle que su bebé no había sobrevivido y que su esposa estaba en UCI, en condición delicada.

“No sé lo que pasó. No sé qué procedimiento hicieron”, repite, todavía desconcertado.

Desde entonces, comenzó un recorrido desgastante por pasillos y pisos del centro asistencial buscando respuestas. No le entregaron la epicrisis, ni el informe de sala, ni ningún documento que le permitiera entender qué ocurrió en esas horas críticas.

“Me mandan de un piso a otro. Nadie sabe. Nadie responde”, denuncia.

Esa misma noche llegó la Policía de Infancia y Adolescencia, pero tampoco hubo información clara. La funcionaria encargada no estaba disponible.

A la confusión se sumó un golpe emocional más fuerte: no pudo ver el cuerpo de su hija sino hasta la medianoche, varias horas después de que le notificaran su muerte.

La incertidumbre creció cuando, al día siguiente, descubrió que la necropsia —programada para las 7:00 a. m.— no se había realizado. Guerra asegura que solo hasta que regresó a exigir respuestas, “a azarar”, como él mismo describió, procedieron a hacer el examen y horas después lo dejaron retirar el cuerpo.

Hoy, Keiler Guerra sigue esperando lo más básico: un informe oficial que explique cómo, si el monitoreo al mediodía mostraba que la bebé estaba viva y estable, horas más tarde le anunciaron que había muerto por un desprendimiento de placenta.

Ley aquí: No limpió, pero si ensució: operario de Atesa fue captado en cámara haciendo sus necesidades en la calle

No puede quedar impune”, insiste. Mientras su esposa permanece en UCI, él continúa buscando la historia clínica completa y una explicación que la Clínica Milagrosa todavía no le da.


¿Quieres pautar

con nosotros?