La víctima, un hombre de entre 25 y 30 años, falleció en plena vía del Centro de Barranquilla tras recibir una herida mortal en el cuello. La agresora fue capturada en el lugar.

La noche en El Boliche en el Centro de Barranquilla, un caso de intolerancia terminó en tragedia. Ahí, en medio de una acera sucia, ruido, y el trasiego de vendedores nocturnos, quedó tendido un joven conocido en el sector como Otto, oriundo de Palermo, Sitionuevo (Magdalena). Murió desangrado después de recibir una puñalada certera en el cuello, propinada —según los testigos— por la mujer que lo acompañaba.
La escena fue tan rápida como brutal.

Otto, de unos 25 a 30 años, estaba consumiendo estupefacientes junto a una amiga, Yuverlis Loana Venera Iriarte. Entre el humo, la rumba del sector y el desorden habitual de esa esquina, empezaron a discutir. Nadie sabe qué dijo quién, pero en segundos la discusión escaló a gritos, empujones y luego al ataque.

Los testigos relatan que Yuverlis, sin pensarlo dos veces y sin mostrar ningún tipo de remordimiento, sacó un arma cortopunzante y se la enterró a la altura del cuello. La herida fue fulminante. Otto cayó frente a todos, mientras la mujer permanecía allí, sin huir, sin sorpresa, observando la escena como si no acabara de quitarle la vida a alguien que hasta minutos antes compartía con ella.

Cuando la Policía llegó, encontraron al joven muerto en el suelo y a Yuverlis esperando, con el arma todavía cerca. Fue esposada de inmediato. En su registro aparece una anotación previa: figura como víctima de tentativa de homicidio en hechos anteriores, un detalle que ahora levanta más preguntas que respuestas.

En el barrio la historia de Otto era conocida: trabajaba en oficios varios y llevaba años atrapado en el consumo de drogas. Muchos lo veían deambular entre ventas ambulantes y bares del Centro. Nadie imaginó que su vida terminaría así, en una pelea absurda, silenciosa en sus motivos, pero ruidosa en su desenlace.