Magdalena se parte en dos: Margarita Guerra y Rafael Noya, cabeza a cabeza por la gobernación


La elección atípica del 23 de noviembre llega sin un favorito claro. El Caicedismo, dueño del poder territorial por más de una década, enfrenta a un exaliado que hoy reúne a casi toda la oposición. La última encuesta marca un empate técnico entre Margarita Guerra y Rafael Noya, mientras expertos advierten que el resultado podría decidirse “por un puñado de mesas”.

La campaña arrancó con una opinión casi unánime entre analistas y dirigentes locales: el Caicedismo tenía la elección en el bolsillo. Venía de administrar la Gobernación a través de Rafael Martínez y actualmente con Ingris Padilla; se había mantenido en el poder bajo el amparo del presidente Gustavo Petro, quien eligió a un encargado surgido de la terna presentada por Fuerza Ciudadana; y llevaba semanas realizando eventos multitudinarios, entregando obras en municipios y marcando presencia institucional.

Pero la definición de la contienda no llegó tan clara como se imaginó. El mapa político se fracturó, las lealtades se movieron y un actor que parecía menor terminó desmontando el libreto.

El inesperado ascenso del excaicedista
Rafael Noya, antiguo aliado de Carlos Caicedo, decidió romper con su movimiento y creó el grupo El Magdalena Cabemos Todos.

Lo que comenzó como un pequeño gesto de rebeldía terminó convirtiéndose en una corriente que arrastró inconformes, opositores tradicionales y líderes barriales que no querían seguir bajo la sombrilla naranja.
En pocas semanas, Noya dejó de ser “ese traidor que se fue”, como lo llaman los caicedistas para convertirse en la amenaza real que hoy disputa la Gobernación.

“En cualquier estructura que domina un territorio por más de diez años, la disidencia suele ser más peligrosa que la oposición clásica. Conoce los códigos, las fibras internas, los liderazgos y las divisiones”,

explica el analista político regional Hernán Flórez, consultado para este reportaje.

“Noya no solo rompió: abrió una grieta por donde hoy se están fugando votos decisivos”.

La encuesta que encendió todas las alarmas

La medición de Magdalena Líder, avalada por el Consejo Nacional Electoral, confirmó lo que ya sentía el ambiente:

  • Margarita Guerra (Caicedismo): 36,2%
  • Rafael Noya (disidencia caicedista): 32,4%
  • Miguel “El Mono” Martínez: 11,7%
  • Voto en blanco: 9,3%
  • NS/NR: 6,2%
  • Lucho Santana: 4,2%

El margen de error es del 3%, lo que significa empate técnico. El Caicedismo dejó de verse ganador y Noya dejó de verse pequeño.

“Es un escenario de voto finish. Aquí no manda el músculo político, sino la logística del día electoral y la movilización”, advierte Flórez.

Una diferencia de cuatro puntos con margen del 3% no es ventaja: es una moneda en el aire”.

Un Caicedismo en modo defensa

Dentro del movimiento naranja pasaron del triunfalismo al nerviosismo.
Las estructuras ya no hablan de “asegurar la victoria” sino de cerrar acuerdos, reforzar alianzas y garantizar la mayor cantidad de votantes posibles en cada municipio.
La lectura es simple: Noya creció más rápido de lo que imaginaron.

El Caicedismo defiende doce años consecutivos de dominio en Santa Marta y el departamento. Perder significaría algo más que un cambio administrativo: sería el fin de un ciclo político.

El Mono Martínez, el fenómeno que no alcanzó a entrar

Mientras dos maquinarias chocan, la figura del independiente Miguel “El Mono” Martínez aparece como una sorpresa: sin sede, sin estructura, sin grandes recursos, pero con un 11,7% que lo mantiene como fenómeno social.
Su crecimiento es reconocido en la encuesta, pero no le alcanza para entrar en el duelo principal.

Lucho Santana, seriedad sin impulso

Cuarto en intención de voto, Lucho Santana representa experiencia y respaldo tradicional, incluyendo apoyos de sectores como la casa Diazgranados. Pero su campaña no despegó lo suficiente y hoy figura como actor secundario en la disputa.

Con participación intención del 85%, según la encuesta, se anticipa una jornada atípicamente masiva.
Y en ese contexto, la pelea es de dos:

  • El Caicedismo, con su estructura aceitada, su narrativa de continuidad y su apuesta por Margarita Guerra.
  • La disidencia liderada por Rafael Noya, que logró unir a casi todos los sectores que quieren poner fin a 12 años de dominio.

Los expertos coinciden: esta elección no se gana por avales ni por plazas llenas, sino por quién logre mover más votantes en los últimos metros.

“Estamos ante una de las elecciones más apretadas de la historia reciente del Magdalena. El triunfo puede ser tan estrecho que un par de mesas en El Banco o en Fundación puede definir al gobernador”, concluye el analista Flórez.

La pregunta final

¿Será este domingo el fin del Caicedismo?
¿O será derrotado por uno de los suyos, convertido hoy en adversario?

Lea aquí: El Pacto Histórico cierra filas con Rafael Noya a tres días de las elecciones atípicas en el Magdalena

La pelea entre caicedistas y excaicedistas está para alquilar balcón.
Y lo único seguro es que el ganador celebrará por muy pocos votos.


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