El descubrimiento de restos óseos en el parque principal desató los rumores sobre la manipulación de carne no identificada durante las celebraciones.

La alarma estalló en el corregimiento de Tucurinca cuando, entre la basura que dejaron los vendedores ambulantes después de las fiestas, aparecieron varios huesos que vecinos identificaron de inmediato como posibles restos de perro.

El solo comentario bastó para encender el rumor más temido: que algunos de los chuzos vendidos durante las celebraciones habrían sido preparados con carne de origen desconocido.

La preocupación corrió de casa en casa y se instaló en las redes sociales, reviviendo las dudas que circularon mientras la música sonaba y las parrillas ardían. Aunque no hay confirmación oficial, para los habitantes la sospecha no es nueva y se repite cada vez que llegan vendedores foráneos sin controles ni vigilancia sanitaria.

La falta de regulación volvió a quedar al descubierto. ¿Quién revisa lo que se vende en las fiestas? ¿Quién garantiza que la carne que se ofrece cumple normas mínimas? Hasta ahora, ninguna autoridad se ha pronunciado.

La gente ahora no sabe exactamente qué fue lo que comieron.