“No puede ser”: la reacción desgarradora de una madre al ver a su hijo médico asesinado


El galeno de 35 años, fue asesinado en un ataque sicarial en el barrio El Campestre. La escena se volvió devastadora cuando su madre llegó, rompió el cordón policial y reconoció a su hijo dentro de un carro perforado por balas. Las autoridades investigan un crimen que nadie entiende.

Giancarlo Gómez Arnedo quedó muerto dentro de su carro, un Mazda 3 blanco, baleado múltiples veces. Hasta ese momento era solo “un hombre dentro de un vehículo”, según los primeros curiosos que se acercaron. Pero todo cambió cuando su madre llegó al lugar.

Apenas vio el carro detenido a un costado de la vía, corrió, atravesó el cordón policial y lanzó un grito que dejó a todos inmóviles:

—Es mi hijo, Giancarlos… Dios mío, no puede ser.

Se desplomó frente a la escena: su hijo, un médico reconocido en Cartagena, estaba inclinado sobre el timón, cubierto de sangre y rodeado de perforaciones de bala. Ese momento convirtió un homicidio en una imagen que nadie podrá olvidar.

El ataque ocurrió la noche del 18 de noviembre en el barrio El Campestre. Más de diez disparos rompieron la tranquilidad del sector. Testigos escucharon la ráfaga, salieron a la calle y vieron el vehículo a un lado de la vía, con el motor aún encendido.

Según el reporte preliminar, dos hombres en motocicleta interceptaron el carro y el parrillero disparó de forma directa contra la ventana del conductor. El ataque duró segundos; la muerte, instantánea.

Las vainillas regadas en el pavimento confirmaban la violencia del ataque.

Agentes de Policía acordonaron la zona mientras vecinos, todavía incrédulos, empezaban a murmurar el nombre que ya conocían: Giancarlo. Un médico querido, respetado por su trabajo, cercano con sus pacientes. Un profesional joven, padre de una niña de cinco años que hoy pregunta por él.

La llegada de la madre

La escena alcanzó su punto más doloroso cuando, entre el caos, apareció la madre del médico. Llegó avisada por llamadas confusas, sin saber exactamente qué pasaba. Cuando confirmó que el cuerpo dentro del carro era el de su hijo, el llanto le salió desde un lugar imposible de contener.

Vecinos, policías y curiosos se quedaron en silencio ante el dolor desgarrado de esa mujer que repetía:

¿Por qué hicieron esto? ¿Qué hizo mi hijo?

Nadie tenía respuesta.

En Cartagena, la noticia corrió rápido. Colegas, pacientes y amigos llenaron redes sociales con mensajes de despedida. Para muchos, Giancarlo era de esos médicos que escuchan, acompañan y ayudan incluso fuera del consultorio. Su muerte no solo deja un vacío en su familia, sino en una ciudad entera que todavía no entiende qué motivó el crimen.

Las autoridades avanzan en la investigación: revisan cámaras, entrevistas y el modus operandi, que apunta a un ataque directo y planificado. Pero mientras buscan responsables, lo único claro es el eco del grito que marcó esa noche: el de una madre que vio a su hijo muerto en un carro y no supo qué hacer con tanto dolor.
La ciudad tampoco.


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