Lo que empezó como una salida recreativa de una familia barranquillera terminó en tragedia cuando una descarga eléctrica cayó sobre uno de sus integrantes en una playa de La Boquilla. Murió al instante, ante la mirada impotente de quienes minutos antes compartían música, comida y risas.

Lo que debía ser un día de descanso, arena y mar para una familia de Sabanalarga, Atlántico se transformó en una escena de horror que nadie imaginó. Desde temprano habían llegado a la playa de La Boquilla, listos para pasarla bien: comida preparada desde la noche anterior, neveras llenas y esa emoción que caracteriza los paseos familiares.

Entre ellos estaba Wilfredo Marchena Peña, un hombre que había madrugado con entusiasmo para unirse al plan. Saludaba, conversaba, se tomaba fotos, caminaba entre la arena como quien disfruta cada minuto del día. Nada anunciaba lo que venía.

A primera hora de la tarde el clima empezó a cambiar. El cielo, que amaneció despejado, se tornó gris y pesado. Algunos bañistas comenzaron a salir del agua mientras los primeros truenos sonaban sobre la playa. La familia de Wilfredo se reunió bajo los toldos, atentos al aguacero que se avecinaba.

Fue en ese momento cuando él se alejó unos metros. Nadie sabe por qué. Quizá buscaba señal en el celular, tal vez quería tomar una foto más del mar oscuro que se formaba, o simplemente estiraba las piernas. Lo cierto es que ese paso al costado lo dejó justo en la trayectoria de la tragedia.

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El estruendo llegó primero que el grito: un rayo cayó de lleno sobre él. La descarga lo derribó al instante. Su familia, paralizada, tardó segundos que parecieron eternos en reaccionar. Cuando finalmente corrieron a levantarlo, ya no había signos de vida. La playa, que minutos antes rebosaba música y risas, quedó en una tristeza que rompía el alma.

Los turistas se agruparon, algunos lloraban, otros grababan, otros simplemente observaban, sin saber qué hacer frente a una muerte tan repentina y violenta. El cuerpo de Wilfredo fue trasladado luego a Medicina Legal en Cartagena, donde sus familiares reclaman los documentos necesarios para llevarlo de regreso a Sabanalarga y darle sepultura.

El paseo que debía ser un respiro para todos terminó marcado por la tragedia.