Petro fortalece el poder aéreo colombiano con nueva flota de aviones de guerra Gripen


El Gobierno cerró un acuerdo por $16,5 billones con la sueca SAAB para adquirir aeronaves de última generación, armamento avanzado e infraestructura especializada que modernizará por completo la defensa aérea del país.

El presidente Gustavo Petro tomó una de las decisiones militares más importantes de las últimas décadas: compró 17 aviones de combate Gripen, una operación valorada en $16,5 billones y cerrada en apenas 48 horas de negociación directa con la empresa sueca SAAB.

La firma del contrato marca el final de los históricos K-fir y abre paso a un sistema de combate moderno, más letal y con capacidades que el país nunca había operado.

El acuerdo va más allá de las aeronaves. Incluye armamento avanzado, sensores de última tecnología, soporte logístico permanente y la adecuación de la infraestructura militar necesaria para operar la nueva flota.

Para el Gobierno, se trata de una modernización largamente aplazada y estratégica en un entorno regional que exige mayor capacidad de disuasión.

En términos operativos, el salto tecnológico es contundente. El Gripen E incorpora el radar AESA Leonardo Raven ES-05 y el sensor Skyward-G, que permiten detectar amenazas sin emitir señales activas. Esta ventaja, clave en enfrentamientos más allá del alcance visual, reduce la exposición del avión y mejora la capacidad de patrullaje e interceptación, un punto crítico para la Fuerza Aeroespacial Colombiana.

Fuentes del alto gobierno confirmaron que el paquete incluye acompañamiento técnico para garantizar que las aeronaves entren en servicio sin contratiempos y cuenten con mantenimiento asegurado durante su vida útil. Con ello, el país busca dejar atrás años de limitaciones operativas y fallas asociadas a la envejecida flota K-fir.

El cierre del negocio ocurrió tras superar una serie de ajustes técnicos y administrativos que habían bloqueado la compra durante meses. Con la firma, Colombia fortalece su defensa aérea y se alinea con estándares internacionales que, hasta ahora, parecían lejanos.

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La apuesta del Gobierno es clara: un poder aéreo más moderno, más preciso y capaz de responder a escenarios que antes superaban las capacidades nacionales.


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