
Pandilla de menores con cuchillos irrumpe en iglesia y desata pánico en plena misa
Seis personas fueron capturadas, entre ellas cinco menores de edad, tras una riña que interrumpió la ceremonia religiosa. Todo habría comenzado por el robo de una gorra.
Eran las seis de la tarde del lunes 10 de noviembre cuando una misa en la iglesia Santo Tomás Moro, del barrio Timiza, en Kennedy, se convirtió en una escena de terror. Un grupo de jóvenes armados con cuchillos irrumpió en plena ceremonia, persiguiendo a un menor que corrió hasta el altar para evitar que le robaran una gorra.
“Todo fue muy rápido. El muchacho entró corriendo, detrás venían otros con cuchillos. La gente gritaba, los niños lloraban, y el padre trataba de calmarlos”, relató una feligresa que presenció los hechos.
El sacerdote intentó interponerse para proteger al joven, pero el caos aumentó cuando el adolescente lo usó como escudo ante los agresores. En videos grabados por los asistentes se observa la desesperación: sillas volcadas, fieles corriendo hacia las puertas y otros rezando en voz alta en medio del pánico.
La violencia irrumpió hasta el altar
Lo que empezó como una disputa por una simple gorra terminó en una confrontación violenta dentro y fuera de la iglesia. Los jóvenes blandían cuchillos mientras buscaban al menor, que se refugió tras el altar, y los asistentes intentaban resguardarse entre los bancos.
“Fue aterrador. Nadie imaginaba que algo así podía pasar dentro de una iglesia”, contó otro testigo. “Uno viene a misa a encontrar tranquilidad, no a vivir una pelea de pandillas”.
Minutos después, patrullas de la Policía llegaron al lugar y lograron controlar la situación. Seis personas fueron detenidas: cinco menores de edad y un adulto. Los menores quedaron bajo custodia del Grupo de Infancia y Adolescencia, mientras que el adulto fue trasladado al Centro de Traslado por Protección.
Críticas al manejo del operativo
Sin embargo, varios feligreses cuestionaron el procedimiento policial al notar que el adolescente agredido era subido a la misma patrulla que sus atacantes.
“Eso fue una imprudencia, podían volver a golpearlo. La gente protestó porque era evidente el riesgo”, señaló uno de los asistentes.
En los últimos meses, la comunidad ha denunciado la falta de control y el aumento de hechos violentos en parques, colegios y ahora incluso en templos religiosos.
Más allá de la rápida reacción de las autoridades, la escena dejó una marca en los asistentes: el miedo de ver cómo la violencia se cuela hasta en los espacios de fe.
“La misa terminó entre lágrimas y oraciones. Nadie podía creer lo que había pasado”, recordó una mujer que estuvo en el templo.
El episodio, aunque breve, refleja una realidad que Bogotá aún no logra contener: la naturalización de la violencia juvenil y la fragilidad de los entornos comunitarios frente a las pandillas. Ni siquiera los altares parecen ya a salvo.
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