
Contra todo pronóstico: Alex, la joven que nació sin cerebro y hoy celebra 20 años de vida
Los médicos le dieron solo cuatro años de esperanza, pero dos décadas después, Alex Simpson sigue desafiando la ciencia y demostrando que el amor y la fe pueden obrar milagros.
Alex Simpson, una joven que nació con hidranencefalia, en Omaha (Nebraska, Estados Unidos), llegó a sus 20 años, desafiando todos los pronósticos médicos que aseguraban que no viviría más allá de los cuatro. Su familia celebró lo que muchos llaman un verdadero milagro. El pasado 4 de noviembre celebró otro cumpleaños más.
Cuando Alex llegó al mundo en 2005, sus padres, Shawn y Lorena Simpson, no imaginaban lo que les esperaba. Apenas un mes después de su nacimiento, los médicos les dieron una noticia devastadora: su hija había nacido sin los hemisferios cerebrales, reemplazados por sacos llenos de líquido cerebroespinal.
“Veinte años atrás teníamos miedo”,
recordaron conmovidos sus padres, quienes aseguran que fue la fe y la unión familiar lo que les dio fuerzas para seguir adelante.
La hidranencefalia, según explica la Cleveland Clinic, es una malformación congénita extremadamente rara que afecta el sistema nervioso central. Se presenta en uno de cada 5.000 a 10.000 embarazos, y en la mayoría de los casos, los bebés no logran superar su primer año de vida.
A pesar de su condición, Alex ha demostrado una sorprendente capacidad de conexión emocional. Aunque no puede ver ni escuchar, sus padres aseguran que reconoce a los miembros de su familia y percibe sus estados de ánimo.
“Digamos que alguien está estresado a su alrededor. No pasará nada, podría ser completamente silencioso, pero Alex lo sabrá. Sentirá algo”,
relató su hermano menor, SJ Simpson, de 14 años, quien expresó sentirse orgulloso de su hermana.
Durante una entrevista concedida al canal local KETV News, que ha seguido de cerca su historia desde el diagnóstico, su padre explicó:
“Hidranencefalia significa que su cerebro no está allí… técnicamente, tiene aproximadamente la mitad del tamaño de mi dedo meñique de cerebelo en la parte posterior de su cerebro, pero eso es todo lo que hay”.
Para la familia Simpson, cada año de vida de Alex es un motivo de gratitud. La joven, que vive rodeada del amor de sus padres y hermanos, ha convertido su historia en un símbolo de esperanza y resistencia. “Ella nos enseñó que los límites no siempre los pone la ciencia”, dicen sus padres con orgullo.
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Contra todo diagnóstico, Alex sigue aquí, sonriendo a su manera, recordándole al mundo que los milagros sí existen.
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