
Adulto y niño indígena murieron quemados dentro de una vivienda; hay sospechas de manos criminales
La comunidad Wiwa exige respuestas tras la muerte de Leonardo Conchange Moscote y el pequeño Alan José Gil Gil, de siete años. El defensor de derechos humanos Lerber Dimas pidió a la Fiscalía investigar si el fuego fue provocado.
Aunque la tragedia ocurrió el viernes en la noche, solo se conoció en las últimas horas, cuando el defensor de derechos humanos Lerber Dimas Vásquez hizo pública la denuncia.
En una finca ubicada en el sector de Uranio Bajo, zona rural de Palmor de la Sierra, murieron calcinados un indígena adulto y un niño de siete años. Las víctimas fueron identificadas como Leonardo Conchange Moscote, de unos 30 años, y Alan José Gil Gil, el menor que estaba bajo su cuidado.

El hecho ha estremecido a la comunidad Wiwa, que todavía no entiende cómo un incendio pudo cobrar la vida de dos personas en una estructura tan pequeña, hecha de madera y láminas de zinc.
“Los escucharon gritar, pero nadie pudo hacer nada”
De acuerdo con las versiones recopiladas por Dimas, el fuego se desató hacia las nueve de la noche. Los vecinos escucharon gritos de auxilio que provenían de la pequeña vivienda, pero cuando intentaron acercarse, las llamas ya lo habían consumido todo.
“Los escucharon gritar, pero el fuego los abrazó completamente. Nadie pudo hacer nada”, relató Dimas, visiblemente conmovido.

El defensor aseguró que por las características de la estructura, resulta difícil creer que las víctimas no lograran escapar. “Era un inmueble muy pequeño, de madera y zinc. El adulto pudo haber tumbado una tabla o una puerta y salirse antes de ser consumido por el fuego”, cuestionó.
Los dos cuerpos quedaron juntos uno al lado del otro totalmente carbonizados.
Sospechas y pedido de investigación
La comunidad teme que detrás de este hecho haya manos criminales.
“Es importante establecer qué originó el fuego y por qué estas personas no pudieron abandonar el inmueble. Nada concuerda”, dijo Dimas, quien pidió a la Fiscalía General de la Nación que asuma la investigación con celeridad.
Por ahora, las autoridades no han entregado un reporte oficial sobre las causas del incendio. Sin embargo, el llamado de los líderes Wiwas busca evitar que el caso quede en el silencio, como ha ocurrido con otras tragedias en las zonas rurales de la Sierra Nevada.
Conchange y el niño Gil habían viajado desde el sector de Wimake, entre Guachaca y Minca, hasta Palmor, donde trabajaban en una finca cafetera perteneciente a una organización indígena.
El lugar donde murieron servía como una pequeña tienda cerrada que usaban para dormir.

La muerte de ambos ha sido calificada por Lerber Dimas como una tragedia humanitaria que revela la desprotección y el olvido que viven los pueblos indígenas en la Sierra Nevada.
“Este hecho ha dolido profundamente entre las comunidades Wiwa. No se puede permitir que quede impune”, expresó.

Mientras la comunidad espera respuestas, en Palmor solo quedan las cenizas de una humilde vivienda que fue su refugio.
Entre el humo y el desconcierto, las familias indígenas reclaman justicia y verdad sobre esta tragedia.
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