Petro llevó la voz de la Sierra Nevada al mundo: un mamo arhuaco abrió la Cumbre CELAC–UE con un llamado por la Tierra


En un hecho sin precedentes, el presidente Gustavo Petro cedió el protagonismo a los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta en la apertura de la Cumbre CELAC–UE. Un mamo arhuaco dio el mensaje inaugural y el mandatario obsequió mochilas tejidas por mujeres de la Sierra a los jefes de Estado y delegaciones internacionales, como símbolo de respeto a la sabiduría ancestral y la defensa del medio ambiente.

El silencio y el respeto se apoderaron del salón principal del Hotel Estelar en Santa Marta cuando el Mamo Kuncha Navingumu, guardián de la Kankurwa Mayor de Seykumake, tomó la palabra. Vestido con su manta blanca tradicional y con la mirada serena de quien custodia los secretos de la Sierra, abrió oficialmente la IV Cumbre CELAC–UE ante más de 60 delegaciones de América Latina, el Caribe y Europa.

Con voz pausada, el mamo habló de la conexión entre el mar y la nieve, del equilibrio que sostiene la vida y del daño que el mundo moderno ha causado a la naturaleza. “El mar se conecta con la nieve, y si la Sierra muere, también sufre la parte baja, la urbana”, dijo, mientras el auditorio escuchaba en completo silencio.

El mensaje fue breve, pero suficiente para cambiar el tono de la jornada. No se trató de un discurso político ni de un acto protocolario vacío: fue la voz de los pueblos ancestrales irrumpiendo en un escenario diplomático internacional, recordando que proteger la tierra es protegernos a todos.

Antes de la intervención del líder arhuaco, el presidente Gustavo Petro sorprendió al entregar mochilas tejidas por mujeres de la Sierra Nevada a los jefes de Estado y representantes de las delegaciones asistentes. Con ese gesto, exaltó la cultura indígena como un ejemplo de armonía entre humanidad y naturaleza, y como símbolo de la identidad espiritual del Caribe colombiano.

El pueblo arhuaco nos recuerda que no hay desarrollo posible si se destruye la casa común”, expresó Petro al presentar los obsequios, hechos a mano durante semanas en las comunidades de Nabusímake y Seykumake.

El acto no duró más de diez minutos, pero marcó un punto alto en la apertura de la cumbre. Santa Marta, territorio sagrado para los pueblos de la Sierra Nevada, se convirtió en el escenario donde la voz de los mamos se escuchó ante el mundo, entre presidentes, cancilleres y delegados.

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En un evento cargado de discursos diplomáticos y compromisos de cooperación, fue una voz ancestral la que recordó lo esencial: que sin respeto por la naturaleza, no habrá futuro que negociar.


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