Los líos del ‘Mono Pecas’ que salieron a flote tras su asesinato en Gaira: estuvo preso y fue señalado de atracador


John Jairo García Romo, conocido como el Mono Pecas, era un rostro familiar en Gaira. Muchos lo recuerdan como un hombre trabajador y servicial, pero su nombre también había empezado a sonar en versiones que lo vinculaban con cobros de gota a gota y hasta con supuestos robos. En marzo fue capturado por porte ilegal de armas, aunque luego recuperó su libertad. Meses después, lo mataron a tiros en una esquina del barrio. Su historia, marcada por rumores y señalamientos, hoy está en manos de la justicia.

El asesinato de John Jairo García Romo, el Mono Pecas, ha dado de qué hablar en Gaira. Su muerte, ocurrida frente al estadero El Colibrí, dejó más preguntas que respuestas y expuso la doble cara con la que muchos lo conocían: para unos, un hombre decente y trabajador; para otros, alguien que se movía en terrenos peligrosos.

Durante varios años, el Mono Pecas trabajó como vigilante en la Unidad de Reacción Inmediata (URI) de la Fiscalía. Era conocido por su puntualidad y su disposición para ayudar a los compañeros. Sin embargo, tras dejar ese empleo, se dedicó al cobro diario, actividad que lo mantenía constantemente en la calle, recorriendo barrios en su motocicleta desde temprano hasta la noche.

Según versiones conocidas por las autoridades, fue precisamente en uno de esos recorridos que decidió hacer una pausa para saludar a unos amigos en Gaira. Allí lo sorprendieron dos sicarios que llegaron en motocicleta. Alcanzó a correr, pero las balas fueron más rápidas. Dos disparos en el pecho le quitaron la vida en segundos.

De García Romo también se supo que en marzo pasado había sido capturado por porte ilegal de armas. Sin embargo, su abogado logró tumbar la captura argumentando que se trató de un falso positivo. El Mono Pecas aseguró entonces que algunos policías intentaron incriminarlo y que le “sembraron” el arma y municiones para involucrarlo en un caso que, según él, nunca existió. El proceso fue cerrado por falta de pruebas y el hombre volvió a su vida habitual.

Meses después, su nombre volvió a circular, pero esta vez en redes sociales, donde una publicación lo señalaba de ser atracador. En la imagen aparecía su foto y datos personales, acompañados de mensajes que lo acusaban de cometer robos en El Rodadero y Gaira, movilizándose en una moto roja. Él, según sus allegados, negó todo y dijo que querían dañar su reputación.

Por ahora, las autoridades no han confirmado si García Romo estaba realmente vinculado con actividades delictivas o si su asesinato tiene relación con una posible limpieza social. La investigación sigue abierta y los investigadores buscan determinar quiénes fueron los autores materiales e intelectuales del crimen.

Mientras tanto, en Gaira, la muerte del Mono Pecas se comenta en voz baja. Algunos lo recuerdan como un amigo de toda la vida, un hombre alegre y servicial. Otros prefieren guardar silencio. Lo cierto es que su historia se mueve entre la línea del trabajo honesto y las sombras de los rumores que, en esta ocasión, terminaron con un final trágico.


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