Un intento de asonada alteró la tranquilidad en la Troncal del Caribe. La rabia colectiva estalló tras el accidente en el que murió una niña de 10 años arrollada por una tractomula de la empresa Postobón.

El dolor por la muerte de la pequeña Kenia, de tan solo 10 años, estremeció a Ciénaga y desató una ola de tensión que terminó en caos. Lo que comenzó como una tragedia en la vía, se transformó en una escena de furia y desesperación.

El accidente ocurrió en la Troncal del Caribe, a la altura de la carrera 27, cuando una tractomula de la empresa Postobón arrolló a la niña y a su tía, quienes se desplazaban en motocicleta. El impacto fue brutal. Kenia murió en el acto, mientras su familiar fue trasladada con heridas a un centro asistencial.

En cuestión de minutos, decenas de motociclistas y vecinos llegaron al lugar del siniestro. El dolor se mezcló con la indignación. “¡Eso no puede quedar impune!”, gritaban algunos, mientras otros intentaban acercarse al vehículo involucrado. La tensión escaló rápido: los presentes comenzaron a lanzar objetos y a golpear la tractomula.

Policía evitó una tragedia

Ante la situación, la Policía Metropolitana de Santa Marta intervino para controlar la asonada y evitar que la turba linchara al conductor, quien fue resguardado y posteriormente trasladado a la estación de Policía de Ciénaga.

Los videos difundidos en redes sociales muestran la magnitud del desespero: motociclistas bloqueando la vía, mujeres llorando frente al cuerpo cubierto de la menor, y uniformados intentando calmar los ánimos. La escena refleja la impotencia de una comunidad cansada de los accidentes que a diario cobran vidas en la Troncal del Caribe.

Algunos testigos señalaron que la tragedia pudo haberse evitado. “Aquí pasan esas tractomulas a toda hora sin control, como si la vía fuera solo de ellos”, comentó un vecino del sector.

Las autoridades anunciaron el inicio de una investigación para determinar las causas exactas del accidente y las posibles responsabilidades. En paralelo, se reforzaron los patrullajes y controles viales en la zona para evitar nuevos disturbios.
En Ciénaga, el dolor aún no se apaga.