Las autoridades confirmaron la captura de Richard Josué González, novio de la adolescente fallecida en el accidente ocurrido en la vía La Cordialidad. Se estableció que conducía bajo los efectos del alcohol y sin las medidas de protección necesarias.

El domingo terminó marcado por la tragedia en Galapa. En la vía La Cordialidad, a la altura de la urbanización Mundo Feliz, una colisión entre dos motocicletas dejó una escena devastadora: una adolescente de 16 años, Gabriela Esther De la Hoz, perdió la vida de manera inmediata.

Detrás de su muerte hay una cadena de imprudencias que hoy cobran factura. La investigación confirmó que quien conducía la motocicleta era su novio, Richard Josué González Cienfuegos, de 21 años, quien manejaba bajo los efectos del alcohol, a alta velocidad y sin usar casco protector. El informe pericial determinó que presentaba un nivel de alcoholemia grado dos (1.2 g/l), un estado que disminuye drásticamente los reflejos y la capacidad de reacción.

El accidente, ocurrido hacia las seis de la tarde, también dejó herido al propio González y a otro motociclista, identificado como Deninson Rodríguez Peralta, de 24 años. Sin embargo, las lesiones físicas del joven conductor pronto dieron paso a una herida más profunda: la de enfrentar la responsabilidad de haber causado, aunque sin intención, la muerte de la persona que amaba.

Deberá responder por homicidio culposo

Una vez fue estabilizado en un centro médico, las autoridades procedieron con su captura. Hoy enfrenta cargos por homicidio culposo, un delito que podría costarle varios años de cárcel. Pero más allá de lo judicial, carga con un peso moral difícil de medir: el de saber que su propia imprudencia truncó la vida de una menor que confiaba plenamente en él.

El caso ha generado conmoción en Galapa, donde familiares, amigos y vecinos de Gabriela no encuentran consuelo. En redes sociales, los mensajes se repiten con la misma mezcla de dolor e impotencia: “Una vida tan joven, arrebatada por una decisión irresponsable”.

Las autoridades recordaron que el alcohol y la velocidad son una combinación letal que, en este caso, acabó con una historia de amor adolescente y convirtió una tarde cualquiera en un recuerdo trágico.

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La muerte de Gabriela no fue un simple accidente: fue la consecuencia de una cadena de malas decisiones que pudieron evitarse.