El crimen de Adolfo Carrascal González, un adulto mayor que se ganaba la vida vendiendo café en las calles, ha causado indignación y tristeza en el barrio donde vivía. Vecinos aseguran que el hombre fue asesinado tras negarse a pagar una extorsión. Autoridades investigan el caso.

Cúcuta amaneció conmovida por la muerte de Adolfo Carrascal González, un hombre querido y respetado en su barrio por su trabajo diario vendiendo tinto. Tenía más de 60 años y cada mañana salía con sus termos al hombro a ofrecer café a transeúntes, trabajadores y vecinos. Era un hombre creyente, de carácter amable, que nunca salía de su casa sin antes hacer una oración.

Su rutina, que durante años representó esfuerzo y dignidad, fue interrumpida por la violencia. Según los primeros reportes, hace unos días un individuo se acercó a exigirle dinero a cambio de dejarlo seguir trabajando. Era una extorsión más, de las tantas que azotan a los vendedores informales en la ciudad.
Adolfo se negó. Dijo que no tenía cómo pagar, que apenas ganaba lo justo para el sustento de su familia. Pero esa respuesta, según testimonios, le costó la vida.

Así fue asesinado

El ataque ocurrió cuando se encontraba en una de las esquinas donde solía estacionarse para vender su tinto. Testigos escucharon varios disparos y al salir corriendo encontraron a don Adolfo tendido en el suelo, aún con el termo al lado.

Muchos no podían creerlo. “Quieren plata sin trabajar, hasta cuándo, Padre, tanta injusticia… qué dolor, Señor”, dijo una de las residentes del sector, mientras observaba el cuerpo cubierto por una sábana.
El crimen provocó una profunda tristeza en el barrio. Los habitantes salieron a las calles con velas y oraciones en señal de repudio. Adolfo era conocido por todos: el que siempre saludaba, el que fiaba un tinto cuando alguien no tenía para pagar, el que alegraba las mañanas con su sonrisa.

Las autoridades confirmaron la apertura de una investigación para esclarecer lo ocurrido y dar con los responsables del asesinato. También hicieron un llamado a la comunidad a denunciar los casos de extorsión que, en muchos barrios de Cúcuta, se han convertido en una amenaza constante.
La familia de don Adolfo llora su partida y la ciudad entera lamenta la muerte de un hombre trabajador que solo quería ganarse la vida con dignidad.