
Joven vino de paseo con su familia y encontró la muerte al tirarse de una lancha en Buritaca
Leoncio Julián León Murillo, de 26 años, viajó desde Bucaramanga con su familia para disfrutar un puente festivo en Santa Marta, pero murió días después de sufrir un accidente en un recorrido turístico en Buritaca. Su esposa denuncia negligencia por parte de los organizadores y demora en la atención médica.
El sábado 13 de octubre, lo que debía ser un fin de semana de descanso se convirtió en la peor pesadilla para una familia bumanguesa. Leoncio Julián León Murillo, un joven conductor de 26 años, llegó con su esposa Tatiana y sus dos hijos pequeños a las playas de Buritaca con la ilusión de vivir unos días de tranquilidad. Nadie imaginó que ese paseo sería el último viaje de su vida.
El plan era sencillo: disfrutar del río y del mar. Esa mañana, mientras compartían en la desembocadura de Buritaca, varios promotores turísticos se acercaron ofreciendo recorridos en lancha. “Solo costaba diez mil pesos por persona”, recuerda Tatiana. Aceptaron. Les colocaron una manilla distintiva y los subieron a la embarcación.
Según su esposa, nadie entregó chalecos salvavidas, ni dio instrucciones de seguridad, ni había un guía responsable a bordo.
“Simplemente llegaron, nos montaron y ya”, relató. La lancha navegó unos minutos y se detuvo cerca de la orilla. Algunos familiares se lanzaron al agua. Luego lo hizo Leoncio. En cuestión de segundos, todo cambió.
El joven se sumergió, pero golpeó con fuerza el fondo del río. No volvió a moverse. “¡Este man se está ahogando!”, gritó un bañista al notar que flotaba sin reaccionar. Familiares y un pescador corrieron a auxiliarlo y lograron sacarlo. Leoncio estaba consciente, pero sin movilidad. Solo alcanzó a decir:
“No me muevan la cabeza, me duele”.
Falta de atención
A pesar de la gravedad del accidente, no había personal capacitado ni equipo de primeros auxilios. La persona encargada del tour, según Tatiana, ni siquiera estaba en el sitio.
“Cuando la llamaron para pedir ayuda respondió: ‘espere que me estoy bañando’”, denunció.
La ambulancia tardó casi dos horas en llegar. Durante ese tiempo, la familia improvisó lo que pudo para mantenerlo estable. Finalmente fue trasladado a la clínica Perfect Body, donde apenas recibió atención básica. Ante la falta de reacción médica, su esposa consiguió por su cuenta el traslado a la clínica Avidanti, donde los especialistas confirmaron lo peor: lesión severa en la médula espinal y presencia de agua en los pulmones.
Leoncio fue intubado y llevado a la Unidad de Cuidados Intensivos. Su estado se complicó rápidamente. El jueves 16 de octubre, cinco días después del accidente, sufrió un paro cardiorrespiratorio. No resistió.
Hoy, su esposa Tatiana exige que se investigue la responsabilidad de los operadores turísticos y la demora de los organismos de socorro.
“No puede ser que sigan ofreciendo paseos sin medidas de seguridad. A mi esposo lo mató la negligencia”, dijo con voz quebrada.
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En Bucaramanga, sus amigos lo recuerdan como un hombre trabajador, noble y soñador. El mar, que soñó conocer con su familia, se convirtió en el escenario de su tragedia.
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