
Murió buscando atención: el drama de Clara Helena, la mujer que no encontró una cama UCI en Santa Marta
El accidente que sufrió en la Zona Bananera fue solo el inicio de un viacrucis hospitalario que terminó con su muerte. Su familia denuncia que la descoordinación del sistema de salud le arrebató la vida.
Lo que comenzó como un accidente de tránsito terminó convertido en una historia de desesperación y pérdida. Clara Helena Díaz Sánchez, una mujer trabajadora, querida en su comunidad y empleada en una farmacia de Orihueca, falleció luego de ser trasladada entre varios centros médicos sin recibir la atención que necesitaba con urgencia. Su muerte ha vuelto a encender las alarmas sobre la crisis hospitalaria que golpea a los pacientes en el Magdalena.
El hecho ocurrió el pasado 6 de octubre, cuando Clara se accidentó en la vía que comunica al corregimiento de Orihueca, en la Zona Bananera. Inicialmente fue llevada a la Clínica CIOT, en Santa Marta, donde fue sometida a una cirugía ortopédica. Pero tras la intervención, comenzaron las complicaciones. Los médicos ordenaron su remisión a una clínica con Unidad de Cuidados Intensivos, una solicitud que, lejos de salvarla, se convirtió en una carrera contra el tiempo.
La angustia creció cuando la Clínica Cehoca negó su ingreso argumentando falta de camas en la UCI. Familiares y paramédicos intentaron conseguir otro cupo en diferentes hospitales, hasta que fue finalmente recibida en la Clínica Bahía, adonde llegó en estado crítico. A pesar de los esfuerzos médicos, falleció pocas horas después, agotada por una cadena de demoras que su familia califica como negligente.
“Ella tenía toda una vida por delante. Murió esperando atención”, lamentó uno de sus allegados, quien aseguró que la falta de coordinación entre las clínicas fue decisiva. La familia pidió una investigación para establecer por qué no se activaron los protocolos de urgencia y por qué una paciente en riesgo vital fue rechazada en un centro asistencial.
Clara, de espíritu solidario y alegre, era recordada por sus vecinos de Sevilla, corregimiento donde vivía, como una mujer generosa y servicial. Trabajaba en la farmacia Farma Díaz y siempre encontraba tiempo para ayudar a quien lo necesitara. Su muerte ha causado consternación en la comunidad, que la despidió entre flores, lágrimas y reclamos por justicia.
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