“No queremos cienagueros en Santa Marta”: el mensaje que dejaron tras ejecutar a taxista y su pasajera en la Troncal 


El ataque ocurrió frente a la estación de servicio Zuca, sobre la Troncal del Caribe. La mujer, vendedora de almuerzos en El Rodadero, murió en el acto; el conductor, un veterano taxista samario, alcanzó a ser llevado a una clínica, pero falleció minutos después. 


Una ráfaga de disparos generó momentos de pánico y terror esta tarde en la Troncal del Caribe. Frente a la estación de servicio Zuca, un taxi amarillo quedó atravesado sobre el borde de la vía, con las puertas abiertas y el motor encendido. Al lado, una mujer yacía sin vida; a pocos metros, su conductor agonizaba sobre el pavimento.

La víctima femenina fue identificada como Yeliz Andrea Rada, de 37 años, una reconocida vendedora de almuerzos en el sector turístico de El Rodadero y residente en Ciénaga. El hombre era Darío Enrique Mendoza, de 63 años, un taxista con décadas de trabajo en las calles de Santa Marta. 

Ninguno se conocía. Él simplemente la había recogido minutos antes en El Rodadero, para llevarla hasta un punto donde tomaría un transporte hacia su ciudad.

Pero el recorrido terminó en tragedia.
Cuando el vehículo se detuvo y el conductor descendió para ayudarle a bajar sus pertenencias, sicarios les dispararon sin darles tiempo a reaccionar. Los testigos aseguran que los atacantes se movilizaban en una motocicleta y huyeron a toda velocidad dejando detrás una escena de horror y confusión.

La mujer murió en el acto. El taxista fue trasladado de urgencia por policías en su propio taxi a una clínica cercana, donde los médicos confirmaron su deceso poco después. 

Junto al taxi, las autoridades encontraron un papel con una frase que heló la sangre de quienes llegaron al sitio: “No queremos cienagueros en Santa Marta, hp, plomo.”

El mensaje, de tinte intimidante y xenófobo, ha generado conmoción y repudio en la ciudad. Vecinos, conductores y comerciantes no salen del asombro por la frialdad del ataque y temen que se trate de un intento de sembrar miedo entre comunidades vecinas que históricamente han compartido la misma región y vínculos familiares y laborales. 

“La ciudad está aterrorizada. Esto no es común. Matar a dos personas trabajadoras, sin motivo aparente, es una señal muy preocupante”, comentó un conductor del gremio, mientras observaba la escena custodiada por uniformados de la Policía Metropolitana y del CTI.

Las autoridades reforzaron la seguridad en la zona y adelantan las investigaciones para determinar si el doble homicidio tiene relación con disputas locales o si se trata de un mensaje de intimidación criminal.

Mientras tanto, dos familias quedaron destrozadas.
En Ciénaga lloran la muerte de Yeliz, una madre trabajadora que cada mañana viajaba a Santa Marta a ganarse la vida con su venta de almuerzos. En la capital del Magdalena, los compañeros de Darío Mendoza lamentan la pérdida de un hombre tranquilo, que se ganaba el respeto por su amabilidad al volante.


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