Los cogieron robando y suplicaron piedad a la gente para no ser linchados


El lunes los atracadores salieron de cacería por Santa Marta, pero la jugada les salió al revés. En dos puntos distintos de la ciudad, la comunidad les montó persecución, los agarró y les dio una dosis de justicia popular. La gente dice estar mamada del azote de los amigos de lo ajeno.

El lunes estuvo movida la capital del Magdalena. Los amigos de lo ajeno madrugaron creyendo que tendrían un día redondo, pero lo que no imaginaron fue que la ciudad entera parecía haber hecho pacto:

“al primero que robe, lo agarramos”.

El primer capítulo de esta tragicomedia samaria se vivió en plena Avenida del Libertador, frente a la Registraduría. Un sujeto, confiado y con cara de que nada podía salir mal, interceptó a dos jovencitas y les exigió sus pertenencias con amenazas. Pero apenas intentó salir corriendo, se armó la trifulca: vecinos, mototaxistas y hasta vendedores de chance se le fueron detrás. En cuestión de segundos, el tipo terminó rodeado, sin arma y con la Policía esperándolo.

En Bavaria la historia fue parecida, aunque con más picante. Dicen los testigos que el presunto ladrón ya era cliente viejo del barrio, reconocido por su “manía” de tumbar celulares.

Esta vez, la jugada le salió torcida: un joven lo señaló en plena calle, y antes de que alcanzara a negar, ya estaba en el suelo, con los vecinos recuperando el teléfono y avisando a la Policía.

“¡Estamos cansados, hermano! Si uno se descuida, lo pelan hasta por un cable USB”, gritó una vecina con la adrenalina todavía en el cuerpo. Y no es para menos: el hampa anda suelta, y la gente, harta.

Aunque ambos casos terminaron con los presuntos ladrones en manos de las autoridades, el mensaje fue claro: los samarios no quieren seguir viendo cómo los delincuentes hacen de las suyas mientras ellos viven con miedo. La paciencia se agotó, y al parecer, también el miedo.

Lea aquí: El ladrón que huyó y dejó a su novia en manos de la comunidad en pleno robo

Porque en Santa Marta, donde el calor aprieta y la gente no se queda callada, los ladronzuelos están avisados: si salen a robar, más les vale correr… y rápido.


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