
Salió de su casa a hacer domicilios en su motocicleta y se mató en el Yucal
El hombre de 38 años, murió tras sufrir un trauma craneoencefálico en un accidente de tránsito mientras cumplía con su jornada laboral. Autoridades investigan las causas del siniestro.
La rutina de todos los días terminó convertida en tragedia para Edgar Sossa Ulloa y su familia. El hombre, de 38 años, salió la noche del martes como lo hacía siempre: con su moto y su maletín de Rappi, dispuesto a ganarse el sustento diario recorriendo las calles de la ciudad. Nunca imaginó que no regresaría a casa.
El accidente ocurrió en el puente del Yucal, donde Sossa, a bordo de su motocicleta de placas BBZC-37, sufrió un fuerte choque que lo dejó gravemente herido. En ese momento cumplía con un domicilio; iba a entregar un pedido que jamás llegó a destino, y él tampoco alcanzó a volver con vida al lado de los suyos.
Testigos del hecho contaron que la escena fue impactante. Conductores y transeúntes corrieron a auxiliarlo mientras llegaban los organismos de socorro. Con signos vitales débiles fue trasladado a la clínica Bahía, donde ingresó con un trauma craneoencefálico severo. Los médicos hicieron todo lo posible, pero minutos después confirmaron su fallecimiento.
La noticia cayó como un baldado de agua fría en su familia, que no podía creerlo.
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“Salió a trabajar como siempre, pero nunca volvió”, fue la frase que se escuchó entre lágrimas en las afueras de la clínica.
La tristeza se extendió a sus compañeros de trabajo y amigos, que lo recuerdan como un hombre luchador, dedicado a salir adelante con esfuerzo y sacrificio.
El accidente generó una gran congestión vehicular en el sector, mientras las autoridades realizaban la inspección y levantamiento de la moto. De momento, las causas exactas del siniestro siguen bajo investigación, pero lo cierto es que una vida se apagó de manera inesperada en la vía.
La muerte de Edgar Sossa deja en evidencia la vulnerabilidad de cientos de trabajadores informales que arriesgan la vida todos los días en las calles para llevar el pan a sus hogares. Esta vez, la jornada terminó en tragedia: ni el pedido llegó a su destino, ni él alcanzó a regresar a casa.
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