El samario fue atacado a bala en el barrio Villa Rosita. Autoridades manejan como hipótesis que su muerte estaría relacionada con una disputa entre grupos criminales en la Costa Caribe.

Dairo David Orozco Llanes, samario con historial delictivo y presuntos vínculos con ‘Los Pachencas’ y el Clan del Golfo, fue asesinado en Cartagena.

Tras años de delinquir en varias ciudades de la Costa Caribe, había llegado a una finca en la capital de Bolívar, donde intentaba establecerse, pero la violencia lo alcanzó.

El crimen ocurrió en el barrio Villa Rosita, allí en plena vía pública quedó el cuerpo de Orozco Llanes, alias ‘El Tigre’, un samario de 38 años que cargaba con un pasado delictivo marcado por armas, organizaciones criminales y negocios ilícitos.

Según testigos, dos hombres en motocicleta negra lo interceptaron y lo atacaron por la espalda, sin darle oportunidad de reaccionar. Vestía camiseta de la Selección Colombia, bermuda negra y tenis blancos. Murió en el acto.

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De Santa Marta a una finca en Cartagena
Alias ‘El Tigre’ fue capturado en Santa Marta por porte ilegal de armas, pero tras recuperar la libertad continuó moviéndose en el mundo delictivo. Su recorrido lo llevó a Soledad, Montería y, finalmente, a Cartagena, donde se instaló en una finca que, según información de inteligencia, utilizaba como refugio y base para sus operaciones criminales.

Su nombre apareció vinculado primero a Los Pachencas y luego al Clan del Golfo, donde habría asumido el rol de jefe de zona en la capital de Bolívar, con control sobre actividades ilegales como el narcotráfico y las rentas criminales.

Un final marcado por su prontuario
La finca en Cartagena parecía ser su último escondite, pero tampoco allí encontró seguridad. Investigadores no descartan que su asesinato obedezca a disputas entre organizaciones criminales por el control de las rentas ilegales en la Costa Caribe.

Con su muerte, alias ‘El Tigre’ se suma a la lista de cabecillas del crimen organizado que, pese a cambiar de ciudades o esconderse en fincas y barrios periféricos, terminan cayendo bajo las balas de sus propios enemigos.