Otro descuido fatal: pequeño de 3 años perdió la vida en Santa Marta tras manipular un cable energizado


El menor murió tras recibir una descarga eléctrica al manipular un cable pelado de un aire acondicionado en su vivienda del barrio Villa del Río. La tragedia, producto de un descuido, ocurrió horas después de que en Aguachica, Cesar, una niña de 4 años perdiera la vida en un accidente de moto junto a su padre.

En Santa Marta se registró la tarde de este miércoles la muerte de Liam Urdaneta Granados, un niño de apenas 3 años al recibir una fuerte descarga eléctrica en su propia casa, ubicada en el barrio Villa del Río.

Según se conoció, todo ocurrió en cuestión de segundos. En un descuido, el pequeño manipuló un cable pelado de un aire acondicionado. Un grito desesperado y el sonido de la corriente alertaron a sus padres, que lo encontraron tendido en el piso.

Con el corazón en la mano lo llevaron de inmediato al hospital Julio Méndez Barreneche, pero los médicos no pudieron hacer nada: el menor había llegado sin vida.

El dolor de sus padres es indescriptible. La culpa, la impotencia y las lágrimas se mezclan en una tragedia que deja a una familia destrozada y a una comunidad entera preguntándose cómo pudo pasar.

No hay nombre para definir a un padre que pierde a un hijo, y en Villa del Río ese vacío quedó marcado para siempre.

La tragedia ha generado conmoción en redes sociales, donde cientos de personas han expresado solidaridad con la familia, pero también cuestionamientos sobre los descuidos que siguen arrebatando vidas inocentes. Y es que apenas horas antes, en Aguachica, Cesar, otra niña de 4 años murió cuando la moto en la que viajaba con su padre chocó contra un camión estacionado. Testigos aseguraron que el hombre iba distraído manipulando el celular.

Dos accidentes distintos, en lugares diferentes, pero unidos por la misma causa: un descuido que costó la vida de un niño. Santa Marta hoy llora a Liam y, con él, se suma a un dolor que recorre toda la región Caribe.

Ojalá estas tragedias, tan difíciles de asimilar, sirvan como una lección dolorosa para recordar que la infancia necesita toda la atención, todo el cuidado y toda la responsabilidad de los adultos. Porque a veces basta un instante para perderlo todo.


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