La adolescente venezolana de 17 años fue hallada sin vida en la casa de su suegra. Las primeras versiones apuntaban a un suicidio, pero la investigación confirmó que se trató de un asesinato. Su pareja, un policía, huyó tras el crimen y es buscado por las autoridades.

La noche en que hallaron el cuerpo de Greismar Perozo, una adolescente venezolana de 17 años, en la casa de su suegra, las dudas comenzaron a rondar. Aunque en un principio se habló de un suicidio, la versión se vino abajo cuando los investigadores confirmaron que la joven había sido asesinada.

El principal sospechoso es Alejandro Domínguez, su pareja sentimental y funcionario de la Policía Nacional de Venezuela, quien desapareció justo después del crimen. Desde entonces, se convirtió en el hombre más buscado en medio de un caso que ha generado indignación y repudio.

Según el informe preliminar de las autoridades, horas antes de la tragedia, Greismar sostuvo una fuerte discusión con Domínguez. Fue la última vez que la vieron con vida.

Después, el silencio se apoderó de la vivienda hasta que la familia encontró su cuerpo en una de las habitaciones.
Los parientes de la joven rechazan con firmeza la hipótesis inicial de un suicidio. “Ella no se quitó la vida”, aseguran, recordando que nunca mostró señales de depresión ni pensamientos autodestructivos. Para ellos, el crimen es consecuencia de la violencia que sufría a manos de su pareja.

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Mientras tanto, Domínguez permanece prófugo. La Policía ha abierto una investigación en su contra y trabaja en su localización, mientras la familia de Greismar exige justicia por una vida truncada a los 17 años, en un feminicidio que golpea de nuevo la confianza en las instituciones y en quienes deberían proteger a los ciudadanos.