El hombre murió aplastado por el colapso de un plafón cuando hacía reparaciones en una vivienda del barrio Olaya.

Didier Menco, de 44 años, nunca regresó a casa después de salir con sus herramientas en mano a trabajar por el sustento diario. Su vida terminó en cuestión de segundos, bajo una pesada estructura de concreto que colapsó sin previo aviso mientras realizaba reparaciones en una vivienda de tres pisos en el barrio Olaya, suroccidente de Barranquilla.

El hecho se registró la tarde del martes 26 de agosto en la calle 68C con carrera 28. Menco adelantaba ajustes en un apartamento cuando, de manera sorpresiva, un plafón cedió y lo aplastó sin darle oportunidad de reaccionar. Los vecinos corrieron entre gritos y polvo, pero nada pudieron hacer. Cuando los organismos de emergencia llegaron, Didier ya no presentaba signos vitales.

“Él era buena gente, trabajador, aquí lo conocíamos todos porque hacía arreglos en varias casas. Hoy vino como siempre, con sus herramientas, y terminó muerto. Eso duele”, relató un residente del conjunto, conmovido por la escena.

La muerte de Didier ha dejado un vacío enorme en su familia y una herida abierta en la comunidad que lo apreciaba. Nadie entiende cómo una reparación menor terminó en un accidente fatal. Ahora las autoridades investigan si se trató de fallas estructurales, de falta de mantenimiento o del incumplimiento de medidas de seguridad, pero nada de eso devolverá la vida a quien salió a rebuscarse y no volvió.

Lo que quedó en la terraza del primer piso fue la imagen de un obrero que trabajó hasta el último instante de su vida, víctima de un sistema que sigue sin garantizar la seguridad de quienes se ganan el pan en oficios de construcción.

Didier Menco se convirtió en la cara más dolorosa de un problema que persiste: los trabajadores que arriesgan su vida cada día en obras civiles, muchas veces sin protección suficiente, expuestos a tragedias que parecen evitables.