
El padre que enterró a su esposa y ahora a su hijo: la tragedia de Miguel Uribe Londoño
En 1991, Miguel Uribe Londoño despidió a su esposa, la periodista Diana Turbay, asesinada en un operativo de rescate. Treinta y cuatro años después, volvió a enfrentar el mismo dolor con su hijo, el senador Miguel Uribe Turbay, víctima de un atentado.
En enero de 1991, Miguel Uribe Londoño sintió que el mundo se le rompía. La noticia era oficial: su esposa, la periodista Diana Turbay, había muerto en un operativo de rescate tras varios meses de secuestro ordenado por Pablo Escobar. Tenía 40 años. Él quedó con dos hijos huérfanos de madre, uno de ellos, Miguel, a punto de cumplir cinco años.
Con el tiempo, Miguel padre aprendió a convivir con la ausencia. Crió a sus hijos mientras cargaba con un luto que nunca terminó de irse. Vio a ese niño crecer, graduarse de abogado, convertirse en concejal, secretario de Gobierno en Bogotá, senador de la República y posible candidato presidencial.
Pero la vida, o más bien la violencia, volvió a golpear en el mismo lugar. El pasado 11 de junio, El pasado 11 de junio, un menor de 15 años increpó a Miguel Uribe Turbay en medio de un discurso y le disparó. El senador sobrevivió, pero quedó gravemente herido y pasó más de dos meses en cuidados intensivos.
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En la madrugada del lunes 11 de agosto, Miguel padre recibió la llamada que no quería: su hijo había muerto a los 39 años.
Un ciclo doloroso que se repite
La coincidencia es cruel. Cuando Diana murió, su hijo Miguel tenía casi cinco años. Hoy, el hijo de Miguel, Alejandro, está a punto de cumplir la misma edad.
Para Miguel Uribe Londoño, no se trata de estadísticas ni de titulares. Es la historia personal de un país que lo obligó a enterrar a su esposa y, tres décadas después, a su hijo.
En 1991, se vio obligado a enfrentar cámaras y micrófonos que buscaban respuestas. En 2025, volvió a pasar frente a las mismas lentes, con el mismo gesto contenido, intentando ocultar el dolor detrás de una dignidad que solo tienen los que han sufrido demasiado.

Las investigaciones por el crimen de su hijo avanzan. Hay seis capturados, incluido un adolescente de 15 añosseñalado como autor material de los disparos. Pero para un padre que ya ha vivido dos veces la misma tragedia, ninguna condena alcanzará para llenar el vacío.
En su casa queda ahora un niño que crecerá con el mismo vacío que tuvo su padre. Y un abuelo que sabe, mejor que nadie, lo que significa perder lo que más se ama.
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