El hecho desató escenas de dolor y tensión con la fuerza pública en el lugar del crimen. El motociclista quedó tirado a un costado de la vía en Altos Delicia.

Germán, conocido por todos en Altos Delicia como Menejo, no alcanzó a cumplir la cita que tenía cada mediodía: buscar a su hija en el colegio. La menor lo esperó sin saber que, a pocos metros de su casa, su padre yacía a un costado de la vía, con dos disparos en la cabeza.

El veterano, muy reconocido en el sector, conducía su motocicleta con tranquilidad. Nada hacía pensar que alguien lo estaba siguiendo para acabar con su vida.

El ataque fue directo y certero: dos balas que lo derribaron de inmediato, dejando su vehículo tirado y su cuerpo inmóvil en el pavimento.

La noticia corrió rápido y su familia llegó desesperada al lugar. El dolor era evidente: gritos, lágrimas y súplicas para que levantaran el cuerpo cuanto antes, pues no soportaban verlo allí, expuesto ante vecinos y curiosos. Pero la tensión subió de tono.

En medio de la rabia, algunos de sus seres queridos arremetieron contra los uniformados que realizaban la inspección judicial. Hubo empujones, insultos e incluso golpes que por poco terminan en capturas. Solo la intervención de otros familiares, que mantuvieron la calma, evitó que la escena se transformara en una trifulca mayor.

Mientras tanto, el cuerpo de Menejo permanecía en el suelo, rodeado por cintas amarillas y miradas incrédulas. Los investigadores recogían las pruebas, intentando reconstruir los minutos previos al asesinato, mientras en el aire flotaban preguntas sin respuesta.

En Altos Delicia, la imagen del hombre que iba por su hija y terminó asesinado quedó grabada en la memoria de todos.