Había sido capturado extorsionando en nombre de las Autodefensas Conquistadores de la Sierra. Este martes fue asesinado frente a su familia en el barrio La Paz de Santa Marta, en lo que sería un ajuste de cuentas entre bandas criminales.

En la casa todavía están las marcas de los disparos. Era martes, 9:30 de la noche, cuando la familia de Orlando de la Vega se preparaba para dormir. Lo que vino después fue una pesadilla sin final: un sicario entró hasta la vivienda y, sin mediar palabra, le disparó varias veces hasta asegurarse de que no quedara con vida. Todo ocurrió frente a sus familiares.

Orlando tenía menos de 25 años, pero desde hace tiempo estaba involucrado en actividades criminales. Lo apodaban El Niñón, y en su entorno más cercano aún le decían Orlandito. Su caso se volvió conocido en enero de 2024, cuando fue capturado en flagrancia por el Gaula mientras extorsionaba a un comerciante de muebles en Ciénaga. Junto a otro hombre, exigía cinco millones de pesos y decía actuar en nombre de las Autodefensas Conquistadores de la Sierra.

El comerciante, cansado de las amenazas, se atrevió a denunciar. Las autoridades le tendieron una trampa a Orlando durante la entrega del dinero y lograron capturarlo. En ese momento, sorprendió a todos por su apariencia joven y su actitud fría.

Pero Orlandito recuperó la libertad. Volvió a su casa, pero no dejó el camino que había elegido. Lejos de mejorar, su situación se agravó. Algunos señalan que seguía vinculado al cobro de extorsiones y operaba entre Santa Marta y Ciénaga. Su nombre ya estaba marcado en el mapa del conflicto urbano que vive la ciudad: estructuras criminales, amenazas y territorios en disputa.

El martes por la noche, todo acabó. El ataque fue directo, certero, sin vacilaciones. Según versiones preliminares, se trataría de un ajuste de cuentas. Lo mataron dentro de su propia casa, sin importar la presencia de sus familiares.

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No es la primera tragedia que golpea a los De la Vega. Tiempo atrás, otro joven de la familia, Manuel, también murió. “Ahora te reencontrarás con él en el cielo”, escribió un allegado en redes sociales mientras compartía la noticia de su homicidio.

El caso de Orlando de la Vega refleja la misma realidad que arrastra a muchos jóvenes en Santa Marta: reclutamiento criminal, falta de oportunidades y una guerra soterrada que sigue cobrando vidas. Tenía menos de 25 años, pero su historia terminó mucho antes.

Una vida corta. Una muerte anunciada. Y una ciudad que sigue viendo caer a su juventud en medio del silencio, la resignación y el miedo.