Alcalde sigue sacando de la calle a indigentes… pero no a la fuerza, sino con una oportunidad
22 de julio de 2025|Enterate
El mandatario distrital lidera una intervención sin precedentes: recuperar los espacios públicos ocupados por habitantes de calle y darles, al mismo tiempo, una opción real de rehabilitación, reencuentro familiar y dignidad. Más de 100 personas han aceptado la ayuda en solo un mes.
No fue una redada. Tampoco un desalojo violento. Esta vez, las autoridades no llegaron con bolillo ni insultos. Llegaron con busetas, médicos, psicólogos, alimentos, funcionarios sociales… y esperanza. En el Centro Histórico de Santa Marta, donde dormían decenas de habitantes de calle, se vivió una escena distinta: 17 de ellos aceptaron irse. Por voluntad propia. Algunos a un centro de rehabilitación. Otros, de regreso con sus familias.
Detrás de esa escena, hay una estrategia que el alcalde Carlos Pinedo Puello ha decidido liderar con cuerpo presente. No delega. Va al frente. Camina entre la calle, habla con cada persona, escucha sus historias, y les tiende la mano. Literalmente.
“Esto no se trata solo de limpiar espacios turísticos. Esto es salvar vidas”, dice mientras observa cómo son atendidos los primeros intervenidos del día.
Más de 100 en un mes. Casi 350 desde que arrancó el gobierno. Son personas con nombres, familias, historias rotas y, en muchos casos, un pasado que aún los persigue. Pero que ahora están dispuestos a cambiar. Esa es la apuesta del gobierno distrital: atacar el problema social, no esconderlo. Intervenir con humanidad, no con represión.
La jornada en el Centro Histórico —como ya se hizo en El Rodadero— es parte de una estrategia con dos frentes:
Reunificación familiar: cuando se logra contactar a sus familias y se hace el retorno con acompañamiento psicosocial.
Ingreso a centros de atención: donde reciben alimentación, atención médica, terapia y la posibilidad de empezar de nuevo.
“Cada una de estas personas representa una victoria de la ciudad. Recuperar su dignidad es más importante que recuperar el espacio público”, afirma Pinedo con voz firme.
La calle no es una opción
El drama de la calle no es nuevo. Decenas de personas llevaban años ocupando aceras, parques, esquinas. Entre drogas, basura y abandono. Para muchos comerciantes y turistas, eran un problema visual y de seguridad. Para otros, simplemente eran invisibles.
Pero desde que inició esta intervención institucional, los resultados son evidentes. En sectores como El Rodadero y el Centro Histórico, la reducción de personas en condición de calle es notoria. Ya no se ven cambuches, fogatas nocturnas ni colchones rotos al pie de estatuas coloniales.
Aún así, el alcalde lanza un llamado claro: “No perpetuemos el problema. No demos limosna, ni comida, ni desechos. Canalicemos la ayuda a través de las rutas oficiales. Ayudar mal, también hace daño.”
Rumbo a los 500 años, pero con todos
El gobierno local sabe que Santa Marta está en cuenta regresiva hacia su aniversario número 500. Y no quiere una ciudad maquillada para la celebración. Quiere una ciudad transformada. Pero esa transformación, insisten, debe incluir también a los más olvidados.
Por eso, esta ofensiva social no se detendrá. Ya hay rutas definidas, centros habilitados, y un equipo interinstitucional dispuesto a seguir en las calles. No para perseguir. Sino para rescatar.
Historias como la de Jhonny, que vivía desde hace dos años en la calle tras perderlo todo en Valledupar, o la de Luz Mary, que pudo reencontrarse con su hija en Montería, son el motor que impulsa esta estrategia.
Para muchos, la calle fue su condena. Hoy, Santa Marta intenta convertirla en punto de partida.
Y aunque aún hay mucho por hacer, una cosa queda clara: Aquí no se están sacando indigentes. Se están rescatando seres humanos.