Otra tragedia por imprudencia vial: Franklin se mató en una moto y dejó a su familia desconsolada


El nuevo accidente de tránsito dejó una víctima fatal este sábado en Santa Marta. Franklin Navarro, conocido como “el Nene”, murió tras caer de una moto en la que se movilizaba como parrillero. Iban en exceso de velocidad y haciendo maniobras peligrosas, según testigos.

A la 1:00 de la tarde de este sábado, una nueva tragedia vial se registró en Santa Marta. Esta vez, la víctima fue Franklin Navarro, un hombre alegre, querido en su barrio El Pando, padre de familia, y fanático del Unión Magdalena. El exceso de velocidad y la imprudencia al volante acabaron con su vida en cuestión de segundos.

Franklin iba como parrillero en una motocicleta junto a un amigo. En la entrada del barrio Korea, testigos aseguran que ambos se desplazaban a alta velocidad, realizando maniobras peligrosas. En una curva, perdieron el control, salieron disparados y cayeron con fuerza sobre el pavimento. El impacto fue brutal.

Navarro quedó tendido a unos tres metros de donde terminó la motocicleta. Su cuerpo presentaba fracturas evidentes y un golpe en la cabeza que fue fulminante. Murió en el acto. Su acompañante cayó unos metros más adelante, gravemente herido, y fue trasladado a una clínica donde permanece bajo pronóstico reservado.

El drama de la familia

Los minutos siguientes fueron de total desesperación. Al lugar empezaron a llegar familiares, alertados por vecinos y curiosos. La escena fue desgarradora.
Hermanos, primos, amigos… todos lloraban sin consuelo, pero las imágenes más fuertes las protagonizaron su madre y sus hijas, quienes se descompensaron al ver el cuerpo sin vida de Franklin.

“El Nene”, como lo llamaban, era reconocido por su carisma. Todos lo describen como un tipo bacán, de esos que siempre tienen una sonrisa lista, un comentario para hacer reír, una camiseta del Unión y tiempo para sus amigos. Pero ni su alegría ni el cariño de los suyos pudieron protegerlo del peligro que representa conducir sin precaución.

A pesar de su edad y de ser padre, ese sábado, desafió la velocidad como si la vida no tuviera límites. Y la muerte, como tantas veces en las vías de Santa Marta, no perdonó.

La ciudad vuelve a vestir luto por culpa de la imprudencia vial. Otra familia queda marcada de por vida, otra madre llora, y otras hijas crecen sin su padre por una decisión que jamás debió tomarse.


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