{"remix_data":[],"remix_entry_point":"challenges","source_tags":["local"],"origin":"unknown","total_draw_time":0,"total_draw_actions":0,"layers_used":0,"brushes_used":0,"photos_added":0,"total_editor_actions":{},"tools_used":{},"is_sticker":false,"edited_since_last_sticker_save":false,"containsFTESticker":false}

Joven cristiano recibió una amenaza, no la creyó… horas después lo asesinaron


Horas antes de su asesinato, la víctima recibió una amenaza de muerte. Ignoró el peligro y continuó con su labor espiritual. Su comunidad hoy llora la pérdida de un joven que evangelizaba con su voz y liderazgo.

En el barrio Ciudadela Metropolitana de Soledad, Atlántico, Jaider Antonio Rojas Bravo, un joven cantante cristiano y líder de la iglesia Catedral Apostólica Escalando Peldaños Central, fue asesinado a sangre fría por dos sicarios que se movilizaban en una motocicleta negra.

Eran las 11:40 p. m. cuando los criminales se acercaron y, sin mediar palabra, uno de ellos le disparó dos veces en la cabeza. Jaider murió en el lugar.

Horas antes, había asistido a una asamblea en su iglesia, donde compartió con entusiasmo ideas para nuevos proyectos de formación espiritual y comunitaria. Fue su última intervención pública como líder.

Una amenaza que nadie imaginó se cumpliría tan rápido

Lo que hoy deja a su familia en estado de shock es que, según se conoció, Jaider recibió una llamada telefónica amenazante el mismo día de su muerte. Le advirtieron que lo iban a matar. Él no le dio mayor importancia. Jamás pensó que el peligro fuera real ni inminente.

Su entorno tampoco sospechó que alguien quisiera hacerle daño. Jaider era reconocido por su conducta ejemplar, su fe profunda y su entrega a la iglesia. Cantaba, predicaba y motivaba a jóvenes a seguir caminos de espiritualidad. Por eso, para muchos, su asesinato es absurdo y cruel.

El crimen: un ataque directo y planificado

El reporte policial indica que el ataque ocurrió en la carrera 7C con número 50C-2. Los sicarios llevaban puesto un bolso similar al de un domiciliario, para no levantar sospechas. El parrillero fue quien accionó el arma. Dos disparos, ambos a la cabeza, bastaron para arrebatarle la vida al joven de fe. Luego huyeron hacia el sector de Soledad 2000.

No hubo robo, forcejeo ni discusión. Todo apunta a una ejecución directa y premeditada.

Jaider deja dos hijas pequeñas, una madre devastada y una comunidad en duelo. En medio del dolor, muchos recuerdan sus oraciones, su entrega y su voz, que guiaba con esperanza en tiempos difíciles.

El crimen de Jaider ha causado indignación entre feligreses, vecinos y amigos. No solo por lo atroz del hecho, sino porque se suma a una larga lista de homicidios en Soledad, donde la violencia sigue apagando vidas jóvenes sin que los responsables siempre paguen.

Por ahora, las autoridades no han determinado el móvil exacto del crimen. Se investiga si la amenaza telefónica está directamente relacionada y si detrás del hecho hay algún conflicto personal, retaliación o un error de identidad.

La familia clama por respuestas y protección. La comunidad exige que el caso no quede impune.


¿Quieres pautar

con nosotros?