
La historia del hombre que volvió con su familia tras más de 14 años perdido en las calles de Santa Marta
Durante más de una década fue habitante de calle en Santa Marta. Dormía en aceras y sobrevivía del reciclaje. Hoy, tras ingresar por voluntad propia al centro de rehabilitación de la Alcaldía, volvió con su familia y lucha por no regresar al pasado.
Durante catorce años fue invisible. Un hombre sin nombre para muchos, perdido entre los cartones y las bolsas de basura del centro de Santa Marta. Dormía en cualquier rincón, comía lo que encontraba, y vivía de rebuscar plásticos y latas. Así sobrevivió más de una década a la intemperie, ignorado por una ciudad que lo veía sin verlo.
Nadie lo obligó a irse de su casa. Nadie lo echó. Pero un día, como le ocurre a miles en Colombia, cayó en el abismo de la calle. Adicciones, frustraciones, abandono. El ciclo empezó y se hizo costumbre. Las aceras se convirtieron en su refugio y el reciclaje en su sustento.
La rutina era siempre la misma: buscar qué comer, dónde dormir y cómo esquivar el rechazo de quienes lo miraban con desconfianza. Pero dentro de él, a pesar del deterioro y el silencio, crecía una inquietud: no quería morir así.
Una decisión propia
A comienzos de este año, y sin presión familiar decidió vincularse al programa habitante de calle de la Alcladia de Santa Marta, tomó la decisión que lo cambiaría todo: se presentó por voluntad propia. No tenía promesas de éxito, ni certezas de cómo saldría, pero dio el paso y lo logró.
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Durante cuatro meses enfrentó un proceso intenso con la alcaldía. El cuerpo temblaba, la mente dudaba, y muchas veces pensó en rendirse. Pero no lo hizo. Las terapias, las conversaciones y el acompañamiento profesional comenzaron a reconstruir lo que la calle había destruido: su autoestima, su estabilidad, su esperanza.
El regreso al hogar
Hoy, ese mismo hombre que por años fue parte del paisaje urbano de la miseria, volvió a casa. Su familia lo recibió con los brazos abiertos, pese a que un día se fue sin decir adiós. Lo abrazaron sin condiciones. Lo estaban esperando y agradecieron al programa que lidera el alcalde Carlos Pinedo.
Aunque sigue en proceso de rehabilitación, ahora no está solo. Cada paso lo da acompañado por sus seres queridos, quienes decidieron hacer de su recuperación una causa común. En su casa no hay lujos, pero sí algo que en la calle nunca tuvo: afecto, contención y un propósito.
Una historia que rompe la indiferencia
Su caso no es común, y quizás por eso vale contarlo. Porque no fue noticia durante los años de abandono, pero una entidad le ofreció un camino. Y lo está recorriendo con la fuerza de quien ya conoció el fondo y no quiere volver allí.
En una ciudad donde cientos de personas viven a la intemperie, su historia es un mensaje de alerta, pero también de posibilidad. La vida en la calle no siempre termina en tragedia. A veces, con decisión y apoyo, puede empezar de nuevo.
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