
“Mataron a la madre del jefe”: la guerra criminal se metió a la casa de ‘Otón’, cabecilla de Los Costeños
Este ataque criminal contra un familiar del líder de la banda, evidenció un nuevo episodio sangriento en la confrontación con ‘Los Pepes’. El ataque armado dejó dos muertos y un herido, y habría sido una retaliación por un intento de homicidio dentro de una cárcel.
La noche cayó en Soledad, Atlántico, pero en el barrio La Fe la oscuridad no trajo calma. En cuestión de segundos, la violencia irrumpió de nuevo con la fuerza brutal de las vendettas criminales. Dos sicarios en moto llegaron hasta una vivienda humilde y abrieron fuego sin piedad. Los gritos, el caos y los disparos quebraron la quietud.
Dentro de la casa estaban Esperanza Estupiñán de Peralta, una mujer de 69 años; su yerno, Wilderson Enrique Hernández Ucrós, de 51, y un hermano del temido alias ‘Otón’, cabecilla de la banda criminal ‘Los Costeños’, hoy recluido en Cómbita. Solo uno de ellos sobrevivió: herido, pero vivo. También estaba allí una niña de cinco años. Se salvó porque se escondió debajo de una cama.
El ataque no fue casual. Fue un mensaje. Un acto de guerra entre estructuras criminales que, aunque tienen a sus jefes tras las rejas, siguen ejecutando su poder en las calles. Según fuentes de inteligencia, la orden vino como represalia por lo ocurrido el 20 de junio en la cárcel de La Dorada, donde Digno José Palomino Rodríguez, jefe de ‘Los Pepes’, fue objetivo de un atentado frustrado. La sospecha recae sobre ‘Otón’, quien estaría involucrado en ese intento de asesinato.
Crímenes con firma y sin tregua
La escena del crimen dejó claro que no era una simple balacera: era una ejecución. El parrillero descendió de la moto, disparó contra la fachada y luego entró a rematar. El blanco era la familia del enemigo. Y lo lograron.
Esperanza Estupiñán murió en el lugar. Su yerno también. El hermano de ‘Otón’ fue trasladado de urgencia a un centro médico. La niña, escondida, es la única que podrá contar lo que vio. Esa casa, que alguna vez fue refugio familiar, hoy es símbolo del terror
El caso se suma a una cadena de crímenes que, lejos de detenerse, siguen sumando muertos. En agosto del año pasado, mataron a Jorge Eliécer Díaz Agámez, padre de alias ‘Castor’, también cabecilla de ‘Los Costeños’. En marzo, asesinaron a Mergesh David Lizcano, uno de sus hombres de confianza. Las cárceles no han sido límites para las decisiones de estos grupos.
Soledad en vilo
La guerra entre ‘Los Costeños’ y ‘Los Pepes’ se libra en las sombras, en las calles y en las celdas. No hay tregua, ni intención de paz. Solo ajuste de cuentas. Mientras tanto, Soledad se sumerge más en la zozobra. En el barrio La Fe, nadie duerme tranquilo. Las familias temen que la violencia vuelva. Porque ya no basta con ser familiar: eso también puede convertirse en sentencia de muerte.
El Estado investiga, patrulla y condena, pero no alcanza. Las balas siguen llegando primero. Y en esta guerra, hasta las madres son objetivo.
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