Gobernador confirma que hombre y mujer asesinados en Piñuela trabajaban en construcción de acueducto municipal 


Ambos fueron atacados a tiros mientras se dirigían a su jornada laboral. Las autoridades no descartan que se trate de un atentado contra las obras públicas exigiendo pago de vacunas. 

El martes comenzó con sangre en Piñuela, corregimiento rural de Pivijay, Magdalena. A un costado del camino que une a Piñuela con Medialuna, yacían los cuerpos sin vida de Clara Arévalo Ternera y Clemente Rosellón Cuevas, ambos reconocidos en sus comunidades, ambos obreros comprometidos con una obra que promete mejorarle la vida a cientos: la construcción de un acueducto.

El ataque ocurrió en horas de la mañana. Las víctimas se desplazaban por una vía rural para iniciar su jornada laboral, cuando fueron interceptadas y asesinadas a tiros. Hasta el momento no hay detenidos ni móviles confirmados, pero las autoridades no descartan que el doble homicidio sea un mensaje violento dirigido contra el avance de la obra pública o buscando el pago de vacunas.

La reacción fue inmediata. El gobernador del Magdalena, Rafael Martínez, condenó el crimen y ofreció una recompensa de 15 millones de pesos por información que permita dar con los responsables. “¿Qué nos pasa como sociedad cuando la vida de quienes trabajan por el bienestar común no vale nada?”, cuestionó. Y añadió: “El atentado de esta mañana no solo cobra dos vidas. Es una herida a la esperanza de una comunidad que esperaba su acueducto”.

Perfil de las víctimas

Clara, oriunda de Medialuna, era una mujer conocida por su disposición al servicio y su trabajo social en la región. Quienes la conocieron coinciden en que siempre estuvo dispuesta a colaborar. “Era noble, no tenía enemigos. La querían en todos lados”, aseguró una vecina que no ocultó su dolor.

Clemente, por su parte, era un campesino de Piñuela que se ganó el respeto de su comunidad con años de trabajo y humildad. Hombre de familia, sencillo, reservado, pero con una ética reconocible. “Él vivía del campo, de lo suyo, y siempre estaba listo para ayudar en lo que hiciera falta”, recuerda un amigo cercano.

Ambos habían encontrado en la construcción del acueducto una oportunidad para trabajar por el progreso de su población. Su muerte, sin embargo, los convirtió en víctimas de la misma violencia que tantos intentan dejar atrás.

Las autoridades avanzan con la investigación. Mientras tanto, en Medialuna y Piñuela el ambiente es de indignación. Las familias preparan los sepelios. Las comunidades exigen justicia. “No eran personas problemáticas, eran líderes de sus pueblos. Esto no puede quedar impune”, reclamó un habitante que, por miedo, pidió no revelar su identidad.


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