Fue hallada sin vida dos días después de desaparecer junto a su esposo durante una jornada de pesca. La comunidad lamenta la tragedia que dejó a tres menores sin padres.

El hallazgo del cuerpo de Ana Esther García Meza la mañana del jueves confirmó los peores temores de su familia y de toda la comunidad de Santa Ana, en el departamento del Magdalena. La mujer, madre de tres hijos, llevaba dos días desaparecida tras salir a pescar con su esposo, José Joaquín Payares, en una ciénaga del municipio. Él había sido encontrado sin vida un día antes.

Todo indica que Ana Esther cayó accidentalmente de la embarcación y, al intentar salvarla, su esposo también terminó sumergido sin lograr salir con vida. La escena se convirtió en una tragedia doble que golpeó con fuerza a quienes los conocían y apreciaban.

La búsqueda fue incansable. Compañeros de faena, vecinos y familiares se organizaron para peinar la zona, aferrados a una esperanza que se desvaneció con el paso de las horas. Cuando el cuerpo de José Joaquín apareció flotando en la ciénaga, el temor creció. El segundo hallazgo, el de Ana Esther, terminó por hundir el ánimo de quienes no querían rendirse.

Ambos eran conocidos por su trabajo honrado y su humildad. Eran parte activa de una comunidad de pescadores que sobrevive día a día con esfuerzo y riesgo. Su muerte no solo deja un vacío entre sus allegados, sino también a tres niños huérfanos que ahora tendrán que crecer sin sus padres.

La tragedia ha generado conmoción. El dolor se respira en el ambiente y se palpa en los rostros de quienes acompañan el duelo. En Santa Ana, el luto se volvió colectivo.

Las autoridades aún no han entregado un informe oficial sobre las circunstancias de la muerte.

Hoy, Ana Esther y José Joaquín son recordados como una pareja luchadora. Sus hijos, pequeños aún, quedan bajo el cuidado de familiares que intentan asimilar lo que aún parece irreal.