En Zona Bananera, la muerte no da tregua: cuatro asesinatos en tres días y un miedo que paraliza


La comunidad de este municipio vive atrapada entre el miedo, las extorsiones y los asesinatos, mientras grupos armados se disputan el control del territorio.

La muerte ronda de nuevo en Zona Bananera. Cuatro vidas apagadas en apenas tres días, en un municipio donde la violencia ha vuelto a escalar y el miedo es el pan de cada día. El más reciente crimen ocurrió en el corregimiento de La Balsa, jurisdicción de Guacamayal, donde Kevin Hernández fue asesinado a tiros en plena vía pública. Un nuevo ataque sicarial que se suma a la cadena de homicidios que aterroriza a los habitantes del municipio.

Kevin se convirtió en otra víctima más de una guerra silenciosa y despiadada que libran las Autodefensas Conquistadores de la Sierra y el Clan del Golfo por el control del territorio. En medio de esa confrontación sin cuartel, los civiles quedan atrapados, convertidos en rehenes de la extorsión, la intimidación y la incertidumbre. A uno le cobran por “protección” y el otro exige fidelidad: “Si me pagan a mí, no les pagan a ellos”. Pero ¿y si se equivocan? ¿Y si pagan al bando que no es?

El miedo ha contaminado todo. Calles desiertas al caer la noche, negocios cerrando antes de tiempo y una población cada vez más desconfiada. Panfletos falsos ordenan cierres, circulan por redes o bajo puertas como sombras que siembran pánico. Nadie sabe qué es cierto y qué es mentira. Lo único real es que siguen cayendo vidas a punta de bala.

Kevin fue sorprendido por sicarios que llegaron, dispararon y se fueron. Nadie alcanzó a reaccionar. Nadie se atrevió a seguirlos. Nadie quiere ser el próximo. Su cuerpo quedó tendido sobre el suelo, ante la mirada impotente de quienes ya se sienten acostumbrados a ver morir a los suyos.

“Uno sale a trabajar sin saber si regresa”, dice un habitante de Guacamayal, quien pide no ser identificado. La comunidad clama por ayuda, por presencia del Estado, por justicia. Pero las autoridades parecen no escuchar. Hasta ahora, no hay capturas por el crimen de Kevin ni avances en la investigación. Tampoco hay pronunciamientos oficiales. Ni del gobierno local, ni del alcalde. En medio de la violencia, la dirigencia brilla por su ausencia.

Mientras tanto, en los barrios, en los corregimientos, en las fincas y calles de Zona Bananera, el miedo sigue creciendo. Y la pregunta se repite, como un eco sin respuesta: ¿a quién obedecer?, ¿a quién denunciar?, ¿cómo sobrevivir entre dos fuegos?

Porque aquí, lo único claro, es que las balas siguen hablando. Y las vidas siguen apagándose.


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