
«Chuchu» cayó sin poderse defender: la violencia en Santa Marta cobró su víctima número 44
El joven caminaba hacia el barrio donde residía cuando fue atacado por la espalda por el parrillero de una moto que lo derribó a tiros.
Jesús Alberto Estrada Zárate, conocido en su barrio como «Chuchu», caminaba desprevenido hacia la entrada pavimentada de Cristo Rey, el sector donde vivía. Eran poco más de las siete de la noche cuando el rugido de una moto se escuchó en la rotonda del aeropuerto Simón Bolívar. En cuestión de segundos, el parrillero desenfundó un arma y descargó una lluvia de balas sobre él. No tuvo tiempo de correr ni de pedir auxilio. Su cuerpo se desplomó sobre el asfalto, inmóvil.
Los primeros en llegar fueron los vecinos y curiosos que, alertados por los disparos, corrieron hacia la escena del crimen. Poco después, sus familiares aparecieron entre gritos y llantos desconsolados. Se arrodillaron junto a él, lo abrazaron con la esperanza inútil de despertarlo, pero «Chuchu» ya no respondía.
Su vida se apagó allí, bajo las luces amarillentas de los postes, en una ciudad donde la noche se vuelve sinónimo de inseguridad.
Santa Marta sumó así su víctima número 44 de la violencia en lo que va del año. Un número frío en las estadísticas, pero que detrás deja hogares rotos, madres que lloran y amigos que cargan con la impotencia. El sicariato no da tregua, y cada bala disparada parece sellar la impunidad de quienes siguen matando sin rostro y sin castigo.
Las autoridades anunciaron que investigarán, que revisarán cámaras y que seguirán pistas, pero en las calles el sentimiento es el mismo: otro nombre en la lista de caídos, otra familia destrozada y una ciudad que, periódicamente, se tiñe de sangre.
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