
Alain González, el joven samario que murió en la Sierra señalado como combatiente de las ACSN
Había dicho en su casa que trabajaría en una finca en la Sierra Nevada. Su familia nunca imaginó que sería reportado como miembro de un grupo armado tras caer en un operativo del Ejército en Ciénaga.
Hace dos meses, Alain Javier González Bolaños, con apenas 23 años, salió de su casa en el barrio Juan XXIII de Santa Marta con la promesa de un futuro mejor. Le dijo a su familia que trabajaría en una finca en la Sierra Nevada. Se despidió con una sonrisa, como solía hacerlo, y partió con la esperanza de ayudar en los gastos del hogar.
Durante este tiempo, Alain mantuvo contacto constante con su familia. Les decía que estaba bien, que el trabajo marchaba, que se sentía contento. Incluso logró enviar algo de dinero, una ayuda que, aunque modesta, significaba mucho para el hogar que dejó atrás. Nunca habló de problemas, nunca mencionó peligro. Solo trabajo y bienestar.
Pero el pasado miércoles, esa aparente tranquilidad se desmoronó. La noticia llegó como un puñal al corazón: Alain había muerto en medio de un enfrentamiento con tropas del Ejército Nacional, en la vereda Bodega de Betel, municipio de Ciénaga.
Las autoridades lo reportaron como integrante de las Autodefensas Conquistadores de la Sierra (ACS), un grupo armado que disputa el control de esa zona montañosa.
La familia quedó en shock. La versión oficial contrastaba con la imagen que tenían de Alain: un joven alegre, servicial, conocido y querido por sus vecinos. “Él no era ningún bandido, no entendemos cómo terminó en eso. Nunca nos dijo nada que hiciera pensar que estaba metido en algo malo”, dijo un familiar entre lágrimas.
En Juan XXIII, la noticia se regó rápido. Vecinos y amigos se acercaron a la casa, incrédulos. “Siempre saludaba, era amable. No le conocimos problemas con nadie”, cuenta una vecina. El dolor se palpaba en el ambiente. Nadie encontraba respuestas claras.
El Ejército, por su parte, aseguró que el joven fue abatido en medio de una operación militar contra grupos armados ilegales. En el comunicado oficial, se habla de combates, de control territorial, de amenazas a la seguridad. Nada se dice de la historia personal detrás de ese nombre.
¿En qué momento un joven que buscaba trabajo terminó vinculado a un grupo armado? ¿Fue reclutado, engañado, presionado? ¿Se convirtió en combatiente por voluntad o por necesidad? Son preguntas que ahora atormentan a su familia, que se niega a creer que Alain haya cambiado la sonrisa por un fusil.
Su cuerpo fue trasladado a Santa Marta, donde será velado entre lágrimas, preguntas sin respuesta y una comunidad que aún no sale del asombro. En la sala de su casa, sus familiares no dejan de repetir lo mismo: “Alain no era un combatiente, era nuestro hijo”.
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