Joven habitante de calle fue derribado a piedras de un árbol por coger unos mangos


El afectado está en delicado estado y requiere una intervención médica; sin embargo, la falta de seguro y familiares complican su situación.

Por unos mangos, Sandro Fonseca terminó en una camilla de hospital. Un puñado de frutas cayó al suelo junto con él, pero la caída le dejó algo más que un golpe: una fractura, una herida incrustada en una reja y la huella de la indiferencia.

El hecho sucedió la tarde del martes en el sector de La Piragua, en El Banco, Magdalena. Sandro, un joven habitante de calle, se subió a un árbol para saciar el hambre con unos mangos maduros. No imaginaba que su intento por conseguir alimento terminaría en un ataque feroz.

Desde el suelo, un hombre comenzó a arrojarle piedras con furia. «¡Bájese de ahí!», gritó el agresor, como si el árbol le perteneciera. Sandro, desesperado por esquivar el ataque, intentó moverse entre las ramas, pero perdió el equilibrio.

El golpe contra el suelo fue brutal, pero lo peor vino después: en su caída, su pierna quedó atrapada en una varilla de una reja cercana. El dolor fue inmediato, intenso, paralizante. Testigos corrieron a socorrerlo mientras él, entre quejidos, intentaba entender qué había sucedido.

Los vecinos alertaron a los servicios de emergencia. Minutos después, una ambulancia lo trasladó al Hospital La Candelaria, donde los médicos confirmaron la gravedad de sus lesiones. Necesita una cirugía urgente, pero hay un problema mayor: Sandro está solo en el mundo. No hay familiares que lo reclamen, nadie que pregunte por él. Por eso, el personal del hospital ha difundido su imagen con la esperanza de que alguien lo reconozca y pueda acudir en su ayuda.

Mientras tanto, la comunidad de El Banco se divide entre la indignación y el silencio. Algunos condenan el ataque: «¿Por qué tratarlo así? ¿Por qué hacerle daño solo por recoger unos mangos?», se preguntan. Otros callan, tal vez porque en su corazón guardan la misma intolerancia que empuñó la piedra aquel día.

Las autoridades aún no han anunciado si investigarán el caso. Pero más allá de la justicia, lo que queda es la amarga sensación de que, en un mundo donde los árboles dan fruto sin pedir nada a cambio, los seres humanos a veces se niegan incluso a compartir una sombra.


¿Quieres pautar

con nosotros?