La guerra no ha terminado: la violencia regresa a Pivijay Con sangre y un mensaje de muerte


Sus asesinos, presuntos miembros del Clan del Golfo, justificaron el crimen y advertían que la guerra contra Los Primos continuará hasta su exterminio.

El silencio de la madrugada fue interrumpido por el eco de disparos. Horas después, con los primeros rayos del sol, los habitantes de Las Canoas, un pequeño corregimiento de Pivijay, encontraron en la plaza principal una escena que ya no les resulta extraña: un cuerpo atado, con la cabeza perforada por balas y un cartel que dejaba en claro que la guerra entre el Clan del Golfo y Los Primos sigue sin tregua.

La víctima, identificada como Juan David, fue ejecutada con la misma metodología que en los últimos meses ha sembrado el terror en la región.

Sus asesinos no se limitaron a matarlo, sino que dejaron un mensaje escrito junto a su cadáver: “Esto les pasa a los ladrones. La guerra sigue hasta que Los Primos desaparezcan”.

Muerte con firma
El cartel era más que una justificación. Era un aviso. La violencia en Pivijay ha tomado el curso de los mensajes explícitos, donde cada asesinato lleva consigo una firma que deja claro quién manda en la zona. En esta ocasión, el Clan del Golfo se atribuyó el crimen y envió una advertencia directa a su grupo rival.

Las autoridades, al llegar al sitio, iniciaron las investigaciones. Pero en el fondo, la comunidad ya sabe lo que pasará: el caso engrosará una larga lista de homicidios, el miedo crecerá, y en cualquier momento habrá una nueva respuesta de Los Primos. Así ha sido y así sigue siendo.

Un pueblo atrapado en la guerra
Las Canoas y sus alrededores se han convertido en un campo de batalla sin reglas. Aunque el Ejército patrulla las carreteras y realiza operativos, la guerra entre estos grupos armados ilegales sigue cobrándose vidas.

Los habitantes de todo Pivijay están acostumbrados a recibir noticias de muerte, pero nunca a aceptarlas del todo. Cada ejecución es una evidencia de que, a pesar de las promesas oficiales de seguridad, la violencia es la verdadera ley que rige en estas tierras.

El cuerpo de Juan David fue levantado por las autoridades, pero su muerte deja en el aire la pregunta que muchos temen responder: ¿quién será el siguiente?


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