«Era buen padre, buen amigo, buen consejero»: el brutal asesinato de Andrés Campo Jr.


El parque Timayui fue el escenario de un crimen que nadie entiende. Andrés Campo Jr. fue citado sin saber que lo esperaban para matarlo. Su familia pide respuestas.

¿Por qué lo mataron? Es la pregunta que ronda en la mente de quienes conocieron a Andrés Campo Jr., un joven de 30 años cuya vida parecía estar marcada por la felicidad, el trabajo y el amor por su familia. 

No ostentaba lujos ni llevaba una vida desordenada. Por el contrario, en sus redes sociales, donde compartía fragmentos de su día a día, se reflejaba su esfuerzo por salir adelante, su dedicación como padre y su espíritu trabajador.

Andrés se ganaba la vida como mototaxista y domiciliario. Ese lunes, su rutina comenzó temprano, como lo registró en sus historias: a las 6:38 a. m. ya estaba en la calle, buscando el sustento diario. Pero no era un día cualquiera. Estaba emocionado porque comenzaba con su propia empresa de domicilios, un proyecto que lo llenaba de ilusión. En sus publicaciones mostró con orgullo sus primeros encargos. Todo parecía marchar bien: trabajó, resolvió pendientes en la EPS y hasta tuvo tiempo para compartir con su hijo pequeño, a quien llevó a cortarse el cabello en la noche.

Pero lo que parecía un día de logros y satisfacción terminó de la peor manera. Una llamada, un mensaje, un encuentro pactado en el parque de Timayui, cerca de su casa. Quizás le pidieron un servicio, quizás solo querían verlo ahí. Andrés llegó sin sospechar nada, en medio de un parque donde niños jugaban y padres conversaban. De repente, un sicario lo sorprendió. No hubo oportunidad de correr, de defenderse, de entender siquiera lo que pasaba. Los disparos fueron certeros y, aunque intentó aferrarse a la vida, la muerte lo alcanzó poco después en la clínica.

Su asesinato dejó más preguntas que respuestas. ¿Por qué lo mataron? ¿Quién podía querer hacerle daño a un hombre que solo trabajaba por los suyos? Su familia, sus amigos, sus clientes, todos siguen sin entenderlo. En sus redes, los mensajes de despedida lo describen como un buen amigo, un buen padre, un buen consejero. Ahora, en lugar de celebrar el crecimiento de su empresa, su entorno llora su ausencia y exige justicia.

El caso de Andrés Campo Jr. es uno más en una ciudad donde la violencia sigue arrebatando vidas sin explicación aparente. 


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