Tras una revisión interna y la intervención de la Contraloría, Essmar logró reducir el precio unitario de los chalecos de $1.160.493 a $130.000, evitando un claro detrimento patrimonial.

El hallazgo de un contrato por más de 39 millones de pesos para la compra de 40 chalecos en Essmar encendió las alarmas sobre un posible sobrecosto en la adquisición de estas prendas.

Cada unidad tenía un valor de $1.160.493, una cifra exorbitante si se compara con su precio de mercado, que es máximo de $300.000.

La compra de estas prendas, realizada durante una administración pasada, fue concretada por el siguiente agente interventor. Según se justificó en su momento, la decisión se tomó de manera apresurada debido a la intervención del Ministerio de Trabajo, que actuó tras una queja sindical por la falta de dotación. La entidad advirtió que Essmar debía entregar los uniformes antes del 10 de octubre o enfrentaría una multa de hasta $5.000 millones.

La exagente interventora de Essmar, Isis Navarro, explicó que cuando asumió su cargo el 30 de agosto, la licitación ya estaba en marcha y con tres oferentes en espera.

Ante la presión por cumplir con la entrega y evitar la sanción, su equipo aceleró el proceso. “Essmar tiene las finanzas tan críticas que no podía enfrentar una multa. Durante mi tiempo en la empresa no desembolsé ni un solo peso a ese contrato”, aclaró Navarro.

Ante las críticas y la intervención de la Contraloría Distrital, y la nueva gerencia de la Essmar realizó una revisión interna y conminó al contratista, Reproquic S.A.S., a ajustar el precio de los chalecos. Como resultado, en febrero de 2025, la empresa emitió una Nota Crédito reduciendo en un 89% el valor de cada prenda, pasando de $1.160.493 a $130.000 por unidad.

Essmar aseguró que los recursos no fueron desembolsados al contratista y que, gracias a las acciones tomadas, se evitó un posible detrimento patrimonial. Sin embargo, la opinión pública ha cuestionado si la empresa actuó por iniciativa propia o si la presión mediática forzó la rectificación.