Con un mensaje desgarrador en redes sociales, la hija de Manuel Toloza expresó el profundo dolor que siente tras la muerte de su padre, quien fue baleado mientras conducía su vehículo en el barrio Bastidas.

«Ay, papi, te me llevaste el corazón y el alma entera, Dios solo sabe el dolor que siento en el pecho al imaginarme que no podré verte más».

Esas palabras no son solo una despedida, son un grito ahogado de una hija rota por el dolor. Su padre, Manuel Toloza, fue baleado sin piedad mientras conducía su carro en el barrio Bastidas. Alcanzó a luchar por su vida, pero la muerte fue más fuerte.

Ahora, su hija llora su ausencia con cada recuerdo que la golpea. No hay un «mija» más, no habrá otro consejo ni otro abrazo. Todo lo que fue, se ha convertido en un último.

«Todavía me pregunto por qué está pasando esto. ¿Por qué la vida es así?», dijo la hija, quien todavía no puede creer que la violencia le haya arrebatado de sus brazos a su ser más amado.

El abrazo que nunca volverá
Los sicarios que dispararon contra Manuel Toloza no solo acabaron con su vida, también le arrebataron a su hija la oportunidad de un último encuentro. Ella se aferra al recuerdo de la última vez que durmieron juntos, al último beso, al último consejo. Esos instantes que parecían cotidianos hoy son un tesoro inalcanzable.

«Me quedo con el último abrazo que me diste, la última vez que dormimos juntos abrazados, el último beso que me diste, la última vez que me dijiste ‘mija’».

Su voz resuena en cada rincón de la casa vacía. El eco de su padre ya no está, solo quedan fotos, recuerdos y una herida que el tiempo difícilmente sanará.

Una muerte que deja preguntas sin respuesta
Manuel Toloza fue víctima de la violencia despiadada que acecha las calles de Santa Marta. Lo atacaron desde una moto sin darle oportunidad de reaccionar. Un policía intentó salvarlo, lo llevó a una clínica donde médicos hicieron lo posible. Pero el daño ya estaba hecho.

Su hija sigue sin entender por qué tuvo que ser él, por qué la vida es tan injusta. Pero hay algo que sí sabe: el amor que sentía por su padre nunca morirá.

«Te amo mucho, papi. Mi papito, te extraño tanto. Cuánto diera yo por estar contigo y darte un último abrazo. Nunca te olvidaré».

Y es que el olvido es imposible cuando el amor duele tanto.