
Otra madre samaria llora a su hijo caído en la guerra de Ucrania; era famoso en Tik Tok
La víctima de los rusos, era un joven alegre que pese a las dificultades que vivía en territorio ucraniano, trató de disfrutar y vivir al máximo la experiencia reportando su estadía en ese país a través de redes sociales.
Por más que su madre intentó persuadirlo, Ostin Martínez Santos tenía clara su decisión. Cruzar el océano para luchar en una guerra ajena no era un impulso ni un capricho; era para él una manera de resolver muchos inconvenientes económicos que tenía.
No conocía Ucrania, ni entendía del todo su historia, pero sí sabía que allá podía ganar un dinero que le permitiría cambiar la vida de su familia en el barrio Timayui, en Santa Marta.
—Voy a regresar pronto, mamá, lo prometo —le dijo antes de partir.
Hoy, esas palabras las recuerda con dolor su madre. Su hijo no regresará como lo prometió. El pasado fin de semana, la noticia de su muerte en medio del conflicto entre Ucrania y Rusia sacudió a su familia, amigos y conocidos en el barrio Timayui.

Un sueño convertido en tragedia
Ostin había compartido su historia en redes sociales. Con cada publicación en TikTok y otras plataformas, mostraba su entusiasmo por el viaje y la experiencia que estaba viviendo, pero especialmente por la posibilidad de ganar en dólares y enviar dinero a casa.
Su madre, en cambio, no ocultaba su angustia. No entendía cómo su hijo había decidido arriesgar su vida en un país que ni siquiera conocía.
A pesar de su oposición, nada pudo evitar que Ostin se enlistara. Como él, otros jóvenes colombianos han encontrado en la guerra una salida económica, aunque a un precio impensable.
En Santa Marta, su caso recuerda el de otros mercenarios que también han muerto en esta guerra, uno de los últimos, Ricardo Velásquez Lindarte, del barrio Cristo Rey, quien recientemente fue reportado como fallecido.
Una lucha por repatriarlo
Ahora, la familia de Ostin enfrenta una nueva batalla: la odisea para traer su cuerpo de vuelta a Santa Marta. No hay certezas sobre el proceso, los costos son elevados y las respuestas llegan a cuentagotas.
En el barrio Timayui, sus vecinos lo recuerdan como un joven carismático y trabajador. Algunos aún no pueden creer que aquel muchacho que soñaba con un futuro mejor haya terminado siendo una víctima más de la guerra.
Su madre llora en la distancia, y en Santa Marta queda el recuerdo de un hijo que, con valentía y necesidad, partió en busca de una vida mejor y terminó encontrando la muerte en un país desconocido.
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