
El presagio de un adiós: el último mensaje del taxista asesinado en Gaira
La muerte de Rolando Moreno, conocido entre sus amigos como «Chan», ha dejado una profunda consternación en la comunidad de Gaira.
La violencia le arrebató la vida el pasado domingo en la noche, cuando fue atacado a tiros mientras compartía con amigos. Sin embargo, más allá de la brutalidad del crimen, hay un detalle que ha estremecido aún más a quienes lo conocieron: dos días antes de su asesinato, Rolando Moreno dejó un mensaje en sus redes sociales que parecía un inquietante presagio de su destino.
En el texto, expresaba sus temores sobre morir joven y su rechazo a los homenajes póstumos que suelen inundar las redes tras la partida de alguien.
Sus palabras, que en su momento pudieron pasar desapercibidas, hoy cobran un significado escalofriante.
«Mi mayor miedo es morir joven y que la gente haga esas ridículeces como poner en sus estados ‘Dime que esto es mentira’, sabiendo perfectamente que es verdad. Seguido de pantallazos de conversaciones. O que escriban ‘Cuídame desde el cielo’. ¿Cómo voy a cuidar a alguien si ni me cuidé yo y por eso me morí?
También me da miedo que pongan ‘Vuela alto’. ¿Alto a dónde, si estoy esperando allá abajo? Y ni se les ocurra poner esa música de ‘Ganador de mil batallas’, porque no gané ninguna, todas las perdí”, dijo Chan. También pedía a quienes lo rodeaban que le demostraran en vida lo mucho que lo querían, “del resto, ya pa’ qué», sentenciaba.
Este mensaje, que en su momento parecía un desahogo personal, hoy se lee como una despedida adelantada. Rolando hablaba con ironía y amargura sobre la forma en que las personas suelen recordar a los que se van, pero también dejaba ver el peso de sus propias luchas internas, sus miedos y frustraciones.
Una tragedia que se multiplica
Más allá del impacto de sus palabras, lo más doloroso de esta historia es que Rolando deja a un hijo pequeño que ahora enfrentará la vida sin su padre.
Su muerte no solo es una pérdida para sus amigos y familiares, sino también una herida que marcará la infancia de su hijo, una víctima más de la violencia que sigue arrebatando vidas sin sentido.
Quienes compartieron con él en sus últimos días lo recuerdan como un hombre que, pese a sus preocupaciones, siempre tenía una sonrisa y una palabra de aliento para los demás.
Sus amigos aún no pueden comprender cómo, apenas unas horas después de estar juntos, su vida fue apagada de manera tan abrupta. Rolando ya no está, pero su despedida quedó escrita.
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