
Las excentricidades y lujos del coronel de la Fuerza Aeroespacial que lo delataron y llevaron a su captura
Rodeado de artistas, políticos y empresarios, el coronel Felipe Peñarredonda vivía entre lujos y excentricidades. Nadie imaginó que su fortuna tendría un trasfondo oscuro: una presunta relación con el Clan del Golfo y millonarias estafas inmobiliarias.
Por años, Felipe Andrés Peñarredonda Gómez se movió con soltura en los círculos sociales de Santa Marta, Barranquilla y Bogotá.
Coronel activo de la Fuerza Aeroespacial Colombiana (FAC), instructor de paracaidismo y condecorado por su trayectoria militar, su imagen proyectaba éxito, confianza y un cierto halo de poder. Quienes lo conocieron lo describen como un hombre carismático, de palabra fluida y amistades influyentes.
Artistas, empresarios y políticos lo frecuentaban, sin imaginar que detrás de su ostentoso estilo de vida se ocultaba una historia que hoy lo tiene tras las rejas.
La mañana del 6 de marzo de 2025, un grupo de agentes de la Policía Fiscal y Aduanera (Polfa) irrumpió en el Batallón Córdoba de Santa Marta con una orden de captura en su contra. Acusado de concierto para delinquir, falsedad en documento público y privado, y de tener presuntos nexos con el Clan del Golfo, Peñarredonda cayó en desgracia de la manera más inesperada: arrestado en su propio recinto militar.
Su aprehensión, ordenada por el Juzgado Primero de Chibolo, dejó a muchos boquiabiertos. No solo por su rango dentro de la FAC, sino porque su nombre había estado vinculado más al lujo que al crimen.
Propiedades en varias ciudades, vehículos de alta gama, fiestas exclusivas y un círculo de relaciones que lo rodeaba de figuras públicas. Nada parecía desentonar con la vida de un oficial exitoso. Sin embargo, en el aire siempre flotaba una pregunta: ¿cómo había logrado tanto en tan poco tiempo?
Las sombras detrás del éxito
Las autoridades aseguran que el coronel Peñarredonda no solo estaba vinculado al Clan del Golfo, sino que también hacía parte de una red de estafa inmobiliaria que operaba en varias ciudades del país.
La investigación, revelada por El Tiempo, lo relaciona con la compra de un apartamento en la unidad residencial Patuca, en Santa Marta, a través de la empresa Soluciones Inmobiliarias F.P SAS, fundada por él en Villavicencio en 2021 con un capital inicial de 100 millones de pesos.
El negocio resultó ser un fraude. La supuesta vendedora del inmueble, Gloria Ulloque, sostiene que nunca recibió el dinero de la transacción y que su firma fue falsificada en los documentos.
Según la defensa del coronel, él también habría sido víctima de un engaño por parte de una mujer identificada como Yohana, con antecedentes judiciales, quien habría intermediado la compra.
Pero este no sería el único caso. Investigaciones preliminares indican que Peñarredonda podría estar relacionado con un entramado de evasión de impuestos y estafas inmobiliarias en la Costa Caribe, que habría permitido la adquisición irregular de varias propiedades.
Aunque su defensa asegura que solo posee un apartamento en Barranquilla y su empresa inmobiliaria, las pesquisas apuntan a que tendría al menos 11 propiedades entre Villavicencio, Barranquilla y Santa Marta, además de yates y vehículos de alta gama.
Una caída estrepitosa
La noticia de su captura ha generado conmoción, sobre todo porque su familia no es ajena al mundo judicial. Su hermano, Daniel Peñarredonda, es un reconocido abogado penalista, lo que ha dado pie a múltiples especulaciones sobre el manejo de su defensa.
Actualmente, el coronel permanece bajo custodia en el Batallón Córdoba, a la espera de la audiencia que definirá su futuro legal. Mientras tanto, el país sigue con atención el caso de este oficial que, tras dos décadas en las Fuerzas Militares, terminó protagonizando un escándalo que ha sacudido a la institución y ha revelado el lado más oscuro del poder y la ostentación.
El ascenso vertiginoso de Peñarredonda siempre despertó sospechas. Hoy, su caída parece confirmar que las dudas no eran infundadas.
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