Esa vieja costumbre de muchos samarios de tirar a los arroyos y calles colchones, escombros, llantas, ropa, neveras, plásticos, animales muertos y cualquier cantidad de desechos domésticos que tengan en las casas, sigue generando trabajo y un alto costo ambiental a la ciudad.
Estos focos de contaminación proliferan en distintos sectores de la ciudad, poniendo en riesgo la salud pública y el medio ambiente y la buena imagen de esta capital.
Se estima que en Santa Marta hay por lo menos 20 puntos críticos de basuras a cielo abierto.
De acuerdo con datos del Distrito estos sitios generan alrededor de 1.200 toneladas de residuos al mes, lo que representa un serio problema para los samarios.
Hay casos como el que viven los habitantes del barrio Ciudad del Sol y en otras zonas, en donde los carretilleros y recicladores han tomado como basurero público la zona.
Tiran escombros y basuras, lo que mantiene presencia de roedores y mosquitos. Las quejas y pelea de la comunidad no han sido suficientes para controlar a las personas que en cualquier momento o descuido aprovechan para tirar basura.
Lo preocupante es que estos espacios públicos están generando una serie de problemas, como: la contaminación del aire y la proliferación de vectores, como mosquitos y roedores, las afectaciones a la salud pública, como enfermedades respiratorias y gastrointestinales y el deterioro del paisaje urbano.
La empresa de aseo Atesa también ofrece un trabajo precario que a pesar que ha sido criticado fuertemente, sigue sin resolverse.
En Ciudad del Sol sus habitantes optaron por cerrar la calle con los contenedores exigiendo soluciones a este problema de contaminación por la basura que permanece allí acumulada durante días.