36 años de prisión para enfermera que ahogó a su hijo en Buritaca: la verdad que desmontó la versión del “accidente”


Un juez de Santa Marta condenó a Yenny Alexandra Higuera, la enfermera que en 2022 hizo creer que su bebé había muerto por un accidente en la playa de Buritaca. La justicia determinó que lo ahogó de manera intencional. El padre del menor, Edwin Guerrero, celebró el fallo que, según él, confirma que su hijo fue víctima de un crimen cometido por venganza en medio de una disputa por la custodia.

El caso estremeció a Santa Marta y al país entero: un niño de apenas 15 meses murió en la playa de Buritaca en abril de 2022. Su madre, Yenny Alexandra Higuera, enfermera de Bogotá, aseguró que había sido un trágico accidente. Pero con el paso de los meses, las pruebas comenzaron a desmontar cada detalle de su relato.

Tres años después, la justicia colombiana cerró el círculo. El Juzgado Cuarto Penal del Circuito con Función de Conocimiento de Santa Marta la condenó a 36 años de prisión tras concluir, de manera categórica, que Higuera ahogó al menor de forma intencional y luego trató de encubrir el crimen como un hecho fortuito.

La versión que se derrumbó

El 3 de abril de 2022, la mujer viajó con su hijo desde Bogotá hasta Santa Marta. Ese mismo día lo llevó a Buritaca. Horas después, el menor apareció sin vida. Higuera sostuvo que había sido un descuido, un accidente en el mar. Incluso habló de un momento de confusión, de no haber logrado rescatarlo.

Pero Medicina Legal determinó que no hubo señales de auxilio ni maniobras de rescate. El dictamen confirmó que la causa de la muerte fue asfixia por sumersión, compatible con un ahogamiento provocado.

Las inconsistencias se acumularon y la Fiscalía estableció que Higuera actuó con intención. La razón detrás del crimen, según la investigación, habría sido una venganza personal contra el padre del bebé, Edwin Guerrero, con quien sostenía una disputa por la custodia del niño.

El padre celebra la condena

Para Edwin Guerrero, el fallo es un alivio dentro del dolor que lo acompaña desde aquel día. “Se hizo justicia. Mi hijo no murió en un accidente”, expresó tras conocer la decisión judicial.

Celebró que la verdad quedara demostrada: la muerte de su bebé fue un homicidio cometido por su propia madre.

La investigación reveló mensajes, comportamientos y tensiones que apuntaban a un conflicto emocional profundo entre los padres. La Fiscalía sostuvo que Higuera habría actuado movida por el rencor y el deseo de castigar a Edwin Guerrero, quien había iniciado procesos para asumir la custodia del menor.

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El crimen, según la reconstrucción judicial, fue cometido deliberadamente y luego encubierto con una versión manipulada. La sentencia de 36 años lo deja claro: la muerte de Samuel Guerrero no fue un accidente, fue un homicidio agravado.

El cierre judicial de una tragedia

Con la condena en firme, el caso se convierte en uno de los episodios más estremecedores en la reciente historia judicial del Magdalena. Los investigadores coincidieron en que el niño nunca estuvo en riesgo por descuido, sino por una decisión tomada por la persona que debía protegerlo.


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